‘Cambio’, la palabra más repetida y utilizada en las últimas semanas por los medios de comunicación y por los políticos. La realidad andaluza se enfrente a un cambio que, como todos, despierta incertidumbre entre la ciudadanía y las instituciones, ya sean públicas o privadas.
Un momento que plantea la posibilidad de abrir nuevos caminos y plantear nuevas rutas, siendo necesaria la suficiente madurez para, sabiendo de donde venimos este origen no suponga un lastre para continuar hacia donde vamos. Eso sí, los pilares y avances conseguidos deben ser respetados y cuidados, pues si de algo puede enorgullecerse Andalucía es de disponer de uno de los sistemas públicos de educación Superior de mayor calidad y acceso igualitario para la población.
Los primeros anuncios plantean que la nueva cartera que se ocupe de las universidades seguirá ligada a las competencias de economía, un acierto cuando ambos conceptos van tan de la mano, uno siendo el impulsor del otro. Ahora toca plantear, respetando los tiempos necesarios de cuando uno se instala en un nuevo espacio, el sistema de financiación universitario, dando la posibilidad a los rectores y rectoras de seguir trabajando por una universidad abierta y plural. Los avances conseguidos hasta ahora son para toda la ciudadanía, y un paso atrás puede significar un retroceso en la democracia.