El FIR, un examen de vocación
¿Cuándo decidiste que tu camino pasaría por este examen?
La decisión de preparar el FIR se gestó durante las prácticas tuteladas de 5º de carrera, en el Servicio de Farmacia de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid. En ese momento, me debatía entre hacer un doctorado en el Departamento de Química en Ciencias Farmacéuticas de la Universidad Complutense, o enfocarme hacia una parte más clínica, como la que estaba viendo en el hospital. Al final, me decanté por la vertiente del hospital. Me gustaba cómo se desarrollaba el día a día allí y el trabajo que desempeñaban los farmacéuticos: la atención farmacéutica a pacientes externos (oncológicos, con VIH, virus de las hepatitis, trasplantados,…), validación de la prescripción médica, la farmacotecnia de la elaboración de medicamentos y nutriciones parenterales, los ensayos clínicos, la gestión de medicamentos y presupuestos, etc.
¿Cuáles han sido las mayores dificultades que te has encontrado a la hora de preparar el FIR?
Tal vez, la mayor y más presente de las dificultades haya sido el desánimo, por varios motivos. La preparación del FIR es muy ardua: “No me sé esto, no me sé lo otro”, “esto es infumable”, “esto no me entra ni con calzador”, “Dios mío, dónde me he metido”,… A veces, me parecía una situación angustiosa porque había mucho que estudiar, kilómetros de información, y muchas veces sentía que no me daba tiempo a cumplir con el estudio programado por la academia; al final, acababa sacando tiempo de debajo de las piedras, durante la noche y los domingos.
Además, había que luchar contra el olvido. Era un poco desesperante ver cómo cosas que había estudiado días anteriores, las había olvidado, incluso después de haberlas repasado. Por todas estas sensaciones de frustración, o “de verlo todo negro”, me resultaron muy importantes los apoyos. Apoyos que me permitían tomar fuerzas en los momentos “de bajón”.
¿Cuánto tiempo has dedicado de media a estudiar el examen?
Todo el tiempo que podía lo dedicaba a estudiar. Empecé el día 27 de agosto, con un curso preFIR de químicas de 1 semana que ofertaba GoFIR, la academia con la que preparé el examen. Aquello supuso un verdadero impacto, porque pasé de una mentalidad de vacaciones de verano a estar en clase 10 horas diarias. Tras esa semana, ya me hice una idea de que la preparación iba a ser realmente dura, y trataba de sacar una media de 12 a 13 horas de estudio, incluidas las 5 horas de clases para el resto de materias. Nunca me controlé el tiempo total que estudiaba, pero desde que desayunaba hasta que me acostaba, salvando las horas para comer y ducharme, trataba de estudiar todo el tiempo que duraba la jornada, sin domingos de descanso ni fiestas.
¿Se puede tener una vida normal cuando estás preparando el FIR? (salir con los amigos, pasa tiempo con la familia, trabaja en otra cosa)
Creo que no, salvo la que se refiere a las necesidades vitales de comer y dormir. Yo, por lo menos, no tuve vida normal. No vi a mis amigos, ni pasé tiempo con mi familia (aunque ellos estaban en Alicante y yo preparé el FIR en Madrid, en un par de ocasiones me hicieron visitas sorpresa), ni me dediqué a otra cosa que no fuese a estudiar. En resumidas cuentas, me entregué en cuerpo y alma al FIR lo mejor que pude y supe, tratando de abstraerme del resto del mundo, a sabiendas de que no por mucho tiempo, y enfrascándome de lleno en el estudio.