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19 abril, 2024
HorizontesOpinión

Libertad de expresión

Columna de opinión de Carlos Pérez Ariza en la sección Horizontes sobre la libertad de expresión y la libertad de prensa

El artículo 20 de la CE/78, por ahora vigente, consigna este derecho que protege especialmente a los menores de edad y la privacidad de las personas

Es una precaución de la Ley máxima para garantizar que los ciudadanos tengan ese derecho garantizado. Funciona también como un contrapoder para que los gobiernos no abusen del suyo, que es inmenso y tentador. En la práctica ese importante deber lo ejercen los medios de comunicación. Cuando son privados, su labor entra en contradicción con las prebendas que perciben del sector público. Un maridaje de gusto agridulce, que puede producir malas digestiones. En cuanto a los medios públicos, en esta España de tan juvenil democracia, se inclinan siempre hacia el gobernante de turno, aun cuando esté en funciones. La publicidad comercial que reciben también presiona lo suyo, para que la información no les sea excesivamente contraria. La libertad de expresión está bajo presión y en libertad vigilada. Eso es más evidente en regímenes donde tal ejercicio es nulo y perseguido.

Viene a colación este asunto, porque expresarse en territorios hostiles, como Liberia bien merece el reconocimiento del Premio ‘Libertad de Prensa’ dado por la UMA a través de su Cátedra Unesco. El próximo mes se fallará otro, el ‘Ciudad de Málaga de Periodismo’, auspiciado por el Ayuntamiento y la Asociación de la Prensa (APM). Son reconocimientos a tal ejercicio en zonas difíciles o en lugares apacibles, como Málaga, donde también hay campos minados por las presiones de arriba y de abajo. En síntesis esta es la más frágil de las libertades ciudadanas. Reconocerlas, como soporte de la democracia, jamás está de más.

En las aulas de Periodismo enseñamos que la censura siempre ronda las redacciones. Una de las más perniciosas es la que se puede imponer un periodista a sí mismo. Escribir la aproximación a la verdad sigue siendo el mayor peligro que tienen quienes se dedican a esta hermosa, pero ingrata profesión. Una de las causas de que este oficio tenga tan mala prensa es los recovecos que usa el poder para presionar a los medios. Hace mover el engranaje para dulcificar los titulares. Al final, lo que se puede publicar es solo la punta del iceberg. Lo que se oculta siempre es más de lo que sobresale.

El ejercicio pleno de la libertad de expresión tiene como paradigma el periodismo estadounidense, al menos aquel del Watergate/Washington Post, que ejercicio el contrapoder hasta el extremo de producir la dimisión del presidente Richard Nixon. Recordamos la lucha de los periodistas de la cadena CBS plantando cara al senador Joseph McCarthy. La libertad de expresión está hoy restringida, controlada o imposible de ejercer en muchos rincones del planeta, incluido los EEUU. Aunque esté escrita en el papel constitucional. Su vigencia es tarea de todos, y no solo de los periodistas y sus medios. Ciudadanos mejor informados, serán votantes con mayor consciencia. La verdad verdadera, ya se sabe, es escurridiza y difícil de establecer incluso para jueces y policías.

Por Carlos Pérez Ariza
@OraculoCharlie
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