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19 abril, 2024
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Una universidad marcada por la historia

Transición y unievrsidad: ¿qué papel jugó la institución en la historia?

El ciclo Historia, Documentos y Sociedad. 1968 y la Transición española ha acogido una nueva entrega de debate en torno a los actores sociales que conformaron la transición en nuestro país. En esta nueva mesa redonda, titulada La Universidad española en la transición los protagonistas han sido los estudiantes, docentes e investigadores que lucharon por la democracia durante el franquismo.

De la mano del rector de la Universidad de Málaga, José Ángel Narváez, el ciclo contó con dos ponentes de renombre en la rama de los estudios históricos. Por un lado, el catedrático de Historia Medieval, Ángel Galán Sánchez, mostraba la implicación personal de sus años vividos como estudiante con la llegada de la Constitución así como la perspectiva historicista del proceso de cambio. Para dar el punto de vista más fresco y con perspectiva temporal le acompaña Manuel Arias Maldonado, profesor de Ciencias Políticas de la UMA y un reconocido conferenciante en temas de política y sociedad. Ambos docentes ofrecieron un análisis pormenorizado de lo que supuso la transición para la universidad, repasando los hechos históricos y los referentes de estudio de este periodo.

Pero la mesa contaba además con un invitado especial. Memoria vida de la transición, Juan de Dios Mellado, actual presidente del Consejo Social de la UMA, ponía el punto de vista personal de quien vivió los principales hechos históricos en primera persona. Tanto en su faceta de estudiante como en la de periodista, Mellado fue uno de los protagonistas de la etapa política. Con sus vivencias referentes y anécdotas, el presidente del Consejo Social malagueño subrayó en varias ocasiones la importancia de la transición como etapa de adquisición de derechos. Asimismo, en palabras del propio Mellado “la universidad en el franquismo jugó un papel fundamental en la lucha”, llevándose consigo a muchos expedientados y apaleados por ello. Desde sus recuerdos, Mellado tuvo tiempo para esbozar a los principales líderes estudiantiles, sindicatos y oposición, marcando el “campo de batalla” en el que se transformó la universidad pública en aquellos años.

Un espacio de libertad

“Lo positivo es que tenemos un espacio de crítica, la universidad es el único lugar que queda para el diálogo y la libertad” subrayaba Narváez. Bajo esta premisa se abría un debate intenso entre el público y los ponentes, destacando los claroscuros de la etapa política.

Así, mientras se hacía referencia a la lucha estudiantil también se esgrimía como actualmente la transición se trata bajo una perspectiva “de repudio o de aceptación”, señalaba Ángel Galán. El trabajo por la construcción de un relato maduro, donde se asuma como la transición fue “un proceso difícil y lleno de aristas” fue la postura defendida por Manuel Arias, quien sostuvo además como este periodo introdujo un “elemento de modernidad y moralidad” a la universidad, bases para la democracia.

El principal escollo del debate vino dado por la idea de si la transición ha acabado en la universidad. Desde el público se esgrimía como a día de hoy la institución sigue manteniendo un reglamento disciplinario de 1954 que afecta a los estudiantes, a la vez que no ha sido hasta hace unas pocas semanas cuando se devolvía a los catedráticos perseguidos las titulaciones que les fueron arrebatadas. Mientras el público señalaba como este proceso seguía abierto en la Universidad, los ponentes señalaban lo contrario. De este modo Mellado defendía que la transición había finalizado devolviendo a la sociedad el “consenso y diálogo ahora perdido“. Arias Maldonado por su parte defendía como el proceso necesitaba de una “inyección de contenidos críticos en el pensamiento“, algo para lo cual se requiere tiempo y perspectiva. Mientras, Galán Sánchez subrayaba el efecto más inmediato que tuvo el proceso: “la transición evitó que toda una generación viviera oprimida bajo un imaginario represivo, dando la posibilidad de una democracia”.

Con posturas encontradas donde el público seguía reclamando la solución a los debates inconclusos del proceso político, Narváez puso el broche final al señalar como, aun existiendo diferentes posturas, lo más importante es la posibilidad de presentar críticas, siendo la universidad ahora el espacio posible para debatir y formar a nuevos ciudadanos bajo los valores y la responsabilidad democrática.


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