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16 abril, 2024
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Científicos de la UMA desarrollan una encuesta para estudiar la difusión del COVID19

Una encuesta para estudiar a los asintomáticos y la difusión del COVID19

La pandemia ha puesto de manifiesto la importancia de la labor científica. Desde la Universidad de Málaga, un grupo de investigadores de diferentes grupos se han unido para llevar a cabo un proyecto en común para dar respuesta sobre la difusión del COVID 19. En concreto, este estudio piloto busca recoger una a través de una encuesta los síntomas más repetidos en la población. Con los datos recogidos los investigadores buscan poder trazar una línea que dé una previsión sobre el número de asintomáticos así como de personas que han podido tener contacto con el virus.

El estudio está dirigido por las investigadoras Silvana Teresa Tapia Paniagua, del departamento de Microbiología de la Universidad de Málaga y Rocío Bautista Moreno, de la Unidad de Bioinformática del Centro de Supercomputación y Bioinnovación. Junto a ellas, forman parte del estudio los investigadores Francisco Villatoro Machuca, de la Escuela de Ingenierías Industriales del Área Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial de la Universidad de Málaga; José Chicharro, Ingeniero de Telecomunicaciones y Eduardo Martínez Manzanares, del Departamento de Microbiología de la Facultad de Medicina de la UMA.

Investigadores de la Universidad de Málaga

Todos ellos están trabajando sin ningún tipo de financiación ni pública ni privada, pero no descartan solicitar algún proyecto en futuras convocatorias de proyectos de investigación, si los resultados preliminares son satisfactorios.

Para entender mejor la investigación, las dos responsables del estudio han atendido a Aula Magna.

Una de las preocupaciones del gobierno es la existencia de los asintomáticos ¿Cómo se pueden detectar este tipo de personas?

Rocío Bautista (RB): Evidentemente la única forma de detectar a las personas que son o han sido asintomáticas de la COVID19 es a través de la realización de test masivos de PCR para detectar portadores,  o a través de test serológicos en el caso de ya hayan superado la enfermedad, fase que se está comenzando a planificar en las distintas comunidades autónomas. Sin embargo, toda ayuda es poca y creemos que nuestro estudio puede sumarse a ese esfuerzo.

Hace ya más de un mes de comenzó el confinamiento ¿Cuáles han sido los principales beneficios de este?

RB. El principal y evidente beneficio ha sido el freno de contagios masivos que se estaban produciendo a principios del mes de marzo, con el consiguiente freno a la expansión de la enfermedad entre la población.

¿A qué nos hubiéramos enfrentado si no se hubiera decretado?

RB:  Dada la alta transmisibilidad del virus, sin el confinamiento nos hubiéramos enfrentado a un colapso total del sistema sanitario. El esfuerzo titánico que está realizando la población y las instituciones públicas (sobre todo las sanitarias) ha conseguido paliar este colapso en la gran mayoría de las comunidades autónomas, aunque es cierto que han existido picos de acumulación de enfermos muy importes. Ese esfuerzo se refleja, por ejemplo, en la construcción de los hospitales de campaña que hoy vemos en muchas de las capitales de nuestro país.

En otros países los menores no tienen medidas tan estrictas, siendo menos vulnerables a la enfermedad ¿Considera que es correcto que también cumplan con el confinamiento?

RB: Se piensa que los menores han sido uno de los vehículos de transmisión vírica más importantes. Se conoce que en ellos la enfermedad evoluciona de forma muy leve o prácticamente desapercibida, por lo que sería interesante de investigar la evolución que ha tenido en los menores. Siendo esto así, y conociendo que mucha de la población infectiva ha superado la enfermedad de forma muy leve (y en muchos casos sin ser consciente de ello) la mejor forma que tenemos ahora mismo para evitar el contagio masivo es el confinamiento, también de los menores, aunque hay que ser consciente del desgaste psicológico y físico que ello supone para su desarrollo. Va a ser un difícil equilibrio, de los que aún no se tienen datos.

 ¿Existe alguna alternativa mejor?

RB: Hasta que no seamos capaces de identificar de forma rápida a las personas positivas, sean asintomáticos o sintomáticos, para poder aislarlos, la única forma eficiente es el confinamiento, la higiene, y evidentemente el uso de equipos de protección individual si tenemos que salir de nuestro entorno. Esperemos que en las próximas semanas podamos ser capaces de identificar de forma más rápida a las personas positivas e inmunizadas.

¿De dónde surge la idea de configurar una encuesta sobre los asintomáticos?

RB: Pues la idea surge de ser consciente de la falta de test masivos en la población. Si de forma clínica no está aún instaurado un método masivo de detección, se nos ocurrió intentar buscar variables comunes a las personas que pudieran ser asintomáticas o con sintomatología leve. Esas variables se podrían utilizar como método de cribado previo.

Silvana Teresa Tapia (ST):  Aun así, la encuesta está abierta a toda la población, pudiendo responderla tanto personas que han obtenido un diagnóstico positivo, cómo aquellas que de algún otro modo quieren que reflejemos su sintomatología en nuestra investigación. Así mismo, aquellos progenitores o tutores también pueden contestar por los menores a su cargo, pese a que hay preguntas que no corresponden para la población juvenil e infantil, son importantes los datos acerca de sintomatologías y vacunación recibida.

La encuesta surge como una idea para dar cabida a otra sintomatología o aspectos que no son reflejados como datos clínicos, ya que la mayoría son personas que no han requerido de atención sanitaria. Además, los datos poblacionales y de hábitos que también se preguntan a lo largo de la encuesta, nos permitirán cruzarlos con otras variables y establecer modelos predictivos de dispersión, junto con la ayuda y herramientas de otras disciplinas. Actualmente, y a la espera de que se unan más expertos en otros campos, contamos con el apoyo de la Cátedra Universitaria ‘Ciencias del Litoral de la Costa del Sol”, que ponen a disposición de este estudio herramientas y modelos que los expertos que participan han desarrollado en otros ámbitos de estudio.

¿Cuáles son los objetivos que buscan cubrir con esta encuesta?

RB: El objetivo principal de este estudio es la identificación de variables poblacionales dependientes que pudieran ayudar a la identificación temprana de personas asintomáticas.  Estas variables podrían ser también utilizadas desde distintos puntos de vista; el primero, y más evidente, es la identificación de factores de riesgo en la aparición de posibles nuevos brotes. Del mismo modo, el estudio en detalle de estas variables podría ayudar a la hora de diseñar una estrategia de desconfinamiento adecuada. Mi compañera Silvana os lo puede explicar de forma más exhaustiva.

ST: Efectivamente el estudio tiene varios enfoques. En función de la colaboración de la población y del número de datos de los que dispongamos, podremos llevar a cabo los objetivos de forma parcial o total. Como bien ha dicho Rocío, uno de los objetivos es sumar o detectar otras variables a las ya existentes que hayan pasado desapercibidas y sean indicadoras también de haber sufrido la infección. Por otro lado, se intentarán cruzar los datos con otros proporcionados por los organismos, para corroborar los modelos predictivos desarrollados; y un tercer objetivo, es intentar dar un modelo probabilístico de dispersión del virus que podría ser interesante para cuando empiecen a relajarse las medidas de confinamiento. Por supuesto, esta información podemos obtenerla gracias a toda la colaboración que estamos recibiendo tanto a nivel poblacional como de especialistas en el tratamiento y modelización de datos.

¿Cómo podemos saber si tenemos la enfermedad pero somos asintomáticos?

ST: Ahora mismo no seríamos capaces de saberlo sin la realización de test, bien moleculares mediante la realización de una PCR, o aquellos basados en el uso de anticuerpos que puedan detectan antígenos. Las últimas informaciones indican que hay pequeños síntomas que pueden aparecer en aquellas personas que desarrollan la enfermedad con sintomatología muy leve, como puede ser la aparición de urticaria o inflamación en las articulaciones, alteración en la percepción de sabores u olores, etc. También la idea de la encuesta es recoger toda la información que nos quieran proporcionar los participantes acerca de cualquier sintomatología que puedan haber desarrollado en estos meses sin otra causa aparente.

¿Cuáles son las características más importantes para saber si hemos  pasado o estamos infectados por el SARS-CoV-2?

ST: Actualmente sólo podemos guiarnos por la sintomatología que nos hace sospechar de la infección, como son: la aparición de fiebre, tos seca y astenia, ya que aparecen en la mayoría de los casos que se resuelven con test positivos. Se han descrito otros síntomas que puede aparecer con diversa frecuencia entre la población unidos a los anteriores. Sin embargo, a veces la infección pasa de forma asintomática o de forma muy leve, parecida a un resfriado o gripe. Cómo además ha coincidido la COVID19 con los meses en los que suele haber más incidencias de otras patologías, como la gripe, no hay forma de discriminar sólo por sintomatología qué caso podrían haber pertenecido a un tipo u otro de infección. Las personas que han superado la COVID19 de forma asintomática no tienen actualmente ninguna manera de saber con certeza si han pasado la infección o no, a menos que se sometan a test serológicos mediante la detección de anticuerpos.

¿A qué se debe el alto índice de contagio del SARS-CoV-2?

ST: Hay que tener muchas cosas en cuenta. Su explicación no es tan sencilla ya que depende de la propia biología del virus, como de las circunstancias que se encuentra en el ambiente donde se trasmite. Es decir, la trasmisibilidad del virus depende de la infectividad (de la capacidad del virus para invadir y multiplicarse dentro del individuo), la patogenicidad (capacidad de producir enfermedad, que también depende del individuo) y la frecuencia de contactos que mantenga la persona infectada con otros individuos susceptibles. Ahora mismo, se intenta controlar el último de los aspectos, ya que los primeros aún están bajo estudio, además aún no se conoce la carga viral mínima que es capaz de producir enfermedad el individuo y la patogenicidad, ésta depende de muchas variables como: enfermedades previas o estado inmunitario del individuo.

Una vez se vuelva a la normalidad ¿Qué posibilidades hay de que surja un nuevo brote? ¿qué características podría tener este posible nuevo brote?

ST: Es un virus nuevo y como tal estamos aprendiendo sobre la marcha. La única información que tenemos es por comparación con otros virus parecidos a él o bien, por extrapolación a otras epidemias o pandemias que nos han acechado antes en la historia.  No creo que podamos hablar de “normalidad” a corto plazo, sino de una “relajación” de las medidas existentes.

No sabemos cómo afectará la llegada del verano en nuestro país a la transmisibilidad del virus. Se han hecho estudios predictivos y se ha comparado con la situación en otros países más calurosos pero entre la falta de test y de registros en esos países hace también complicado predecir si la situación es muy diferente a lo que está ocurriendo aquí. Además, hay que estudiar entre todas las variables que pueden afectar a la transmisibilidad del virus, cúal es la que tiene más peso en unas determinadas circunstancias. Es decir, el clima seco y las altas temperaturas pueden afectar a la transmisibilidad del virus pero quizás lo que más peso tenga es la alta presencia de personas, entonces, aunque ayude, poco vamos a poder solucionar con la llegada del buen tiempo. Tendremos que darle a cada variable un “peso” o un valor en la trasmisión de la enfermedad.

Se habla de la posibilidad de que en otoño vuelva a incrementarse el número de afectados y casos producidos por el SARS-CoV-2 ¿debemos empezar a convivir con el virus?

Se sospecha que la dinámica será muy parecida a cómo actúa el virus de la gripe, que en verano se frena su transmisión y vuelve a reaparecer en los meses de otoño e invierno.   El virus no parece que vaya a desaparecer completamente en estos meses, como ocurrió en el SARS del 2003 y en verano quedará, en el mejor de los casos, confinado o enmascarado entre la población. Pero ante la imposibilidad de controlar todos los casos, seguramente con la llegada de las temperaturas y humedad en el punto que son más favorables para la transmisión, se volverá a propagar con más velocidad. Sin embargo, hay dos puntos que se están barajando y  es que, si todo sigue igual, una parte de la población pueda estar inmunizada, por lo que una segunda oleada no le afectaría de la misma manera. Además, estos meses en los que podamos tener un “respiro”, el sistema sanitario puede tener para preparase a esa segunda oleada, con más equipos y desarrollar estrategias para tratar a los pacientes. Muchas veces se trata de minimizar los daños y de ganar tiempo hasta que podamos disponer de una vacuna

A parte de una vacuna ¿Qué haría falta para controlar su propagación?

ST: Desde luego si se consigue una vacuna efectiva y que confiera protección adecuada, es el mecanismo más fiable y eficaz que podemos tener y que gracias a ella hemos llegado a erradicar virus más letales y peligrosos (como el causante de la viruela) o confinarlos y controlarlos (como la polio). Sin embargo, también la historia nos ha enseñado que cuando no existen las vacunas (pandemia de gripe de 1918) o como dentro de las estrategias de erradicación de la viruela, lo mejor es dejar al virus sin nuevos hospedadores, por tanto, las medidas de protección individual y el distanciamiento social, son las mejores herramientas, junto con una correcta higiene y desinfección de superficies.

A través de este enlace puedes hacer la encuesta y colaborar con la investigación.


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