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29 marzo, 2024
EditorialOpinión

Ovejas y lobos

rectorado US. Entrada sobre acoso.

La presunción de inocencia a veces choca con la defensa de las víctimas. Así parece haberlo sufrido la Universidad de Sevilla en los últimos días. Su prevención y postura de silencio contrarrestaba con las informaciones, en ocasiones morbosas, que algunos medios de comunicación ofrecían sobre el sonado caso de acoso a tres docentes por parte del ex decano de Ciencias de la Educación Hispalense.

Llegó la noticia antes a los medios que a la propia institución, que hasta no recibir la documentación de los juzgados no ofreció su postura, hecho que dilató el proceso y afectó de lleno a la imagen pública de la US. Durante 10 años los pasillos universitarios conocían los hechos sin atreverse a posicionarse junto a las víctimas. 10 años de retraso que, alegando desconocimiento han obligado a Miguel Ángel Castro, rector de la Universidad de Sevilla, a pedir perdón. Un perdón que llega tarde para las tres afectadas, cuya vida y carrera docente ya se ha visto afectada de lleno y con difícil reparo.

Si bien es cierto que la Universidad no actuó como debiera, es decir aplicando un plan de prevención ante el acoso y posicionándose desde el primer momento del lado de las víctimas, también hay que criticar el proceso de culpabilización ante el que se ha sometido a la institución. La Universidad no es la causante del acoso, por lo que señalarla como culpable no es justo para todos aquellos que componen la institución y tomaron las medidas necesarias para denunciarlas. Se olvida de esta manera a los grupos de manifestantes que, ya en 2011, expusieron los hechos, a los representantes estudiantiles que solicitaron posicionamiento ante los mismos, los sindicatos que respaldaron a las afectadas… ellos también son Universidad de Sevilla, y una mala gestión del proceso no debe manchar el nombre de toda una institución.

Los responsables de los hechos siguen sin señalarse, mientras que los actuales directivos tienen que sufrir las consecuencias de una nefasta gestión que ellos no trataron.

¿Dónde está el jefe de Departamento que recibió las primeras denuncias? ¿Y la propia Facultad? Como en toda institución el proceso a seguir ante un requerimiento sigue una línea de mandos, por lo que habría que preguntarse dónde se colapsó y quienes son los verdaderos culpables.  La Universidad ya ha pedido perdón, entrar en el morbo de los actos que se llevaron a cabo solo alimenta una realidad sin dar soluciones.

Al final, o principio según se vea, de todo el proceso solo hay un único culpable. El Machismo imperante en la sociedad, que hace noticia los comentarios y tocamientos sin estudiar en profundidad cómo se permitieron los hechos. En la propia US existen departamentos enteros especializados en género, investigadores cuyo tema principal de trabajo es el propio acoso. La Universidad ha tomado sus medidas, pero no se puede meter en el mismo saco a victimas y culpables, ya es hora de que sean los jueces, quienes tienen la legitimidad, de ser quienes los señalen.


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