La profesora Montserrat Abad, catedrática del departamento de Derecho Internacional, Eclesiástico y Filosofía del Derecho de la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M), ha investigado los crímenes medioambientales cometidos contra la naturaleza y sus consecuencias. En concreto, toma como referencia la guerra de Irak entre 2014 y 2017 y se centra en los cometidos por el Daesh en Irak durante el último conflicto armado.
En este sentido, el artículo adopta un enfoque crítico con la falta de esclarecimiento oficial de los crímenes medioambientales. “El estudio examina los principales parámetros que condicionan entornos como el iraquí, asolados por el cambio climático, la degradación medioambiental y capas superpuestas de violencia, junto con otros problemas de carácter político, económico y social, a fin de examinar cómo el derecho (en particular el internacional) puede traer un efecto catalizador positivo”, señala la investigadora de la institución madrileña. En esta línea, se exploran los organismos que podrían encargarse de investigar los delitos contra el medioambiente cometidos por el Daesh. “El grupo terrorista practicó una política de tierra quemada en los territorios de los que se iba retirando con motivo de su derrota”, apunta Abad.
Asimismo, se analizan los principales obstáculos y las vías jurisdiccionales que se pueden utilizar para obtener justicia en relación con este tipo de crímenes medioambientales, poniendo de relieve cómo toda esta cuestión se encuentra en una zona de convergencia entre múltiples sectores jurídicos: los derechos humanos, el derecho del medio ambiente, el derecho de los conflictos armados, el derecho internacional penal, la responsabilidad internacional y la justicia transicional, entre otros. “Esta intersección de áreas jurídicas ofrece complejidad, pero también nuevas potencialidades. En particular, la relación entre la naturaleza y la justicia transicional merece ser explorada más a fondo, a fin de impulsar el derecho a la verdad de una manera integral y conseguir que una perspectiva pro natura empiece a adquirir un carácter transversal”, refiere la autora.
Conclusiones sobre crímenes medioambientales
El principal resultado de esta investigación es que hay un organismo oficial, llamado UNITAD, creado por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en 2017 para investigar crímenes de atrocidades masivas en Irak, que aún estaría a tiempo de asumir una investigación sobre las consecuencias medioambientales del último conflicto armado en el país. “Dado que este organismo se creó con el objetivo de reunir y preservar pruebas de los crímenes cometidos por el Daesh a fin de promover su rendición de cuentas, debería desempeñar un papel crucial en la investigación de los crímenes medioambientales contra la naturaleza, algunos de los cuales estarían relacionados con la comisión del genocidio contra los yazidíes. Esta labor de investigación por parte de UNITAD cumpliría varias funciones esenciales: promovería la concienciación, a la vez que contribuiría a evitar la impunidad y a garantizar una reparación adecuada. En definitiva, la actuación de UNITAD podría generar una reacción en cadena, que contribuiría a tipificar el crimen de ecocidio en el plano internacional y a enjuiciarlo”, resalta Montserrat Abad.
De este modo, el estudio apela a la necesidad de adoptar un enfoque holístico en relación con los crímenes cometidos contra la naturaleza (que incluye a los seres humanos) a través del caso iraquí. Las conclusiones de esta investigación pueden aplicarse a otros escenarios de posconflicto con el objetivo de prevenir otro ciclo de conflicto armado o terrorismo. “Resulta crucial que se adopte una óptica integral y que se tenga en cuenta que la naturaleza es un bien común para futuras generaciones. Solo cuando los organismos oficiales asuman este reto y ejerzan su labor en consecuencia, podrán producirse progresos cualitativos”, finaliza la autora.