Es su primer aniversario en este cargo, o “responsabilidad”, como él prefiere llamarlo. Antonio Ángel Ruiz, antiguo decano de la Facultad de Comunicación y Documentación, despliega en la conversación con Aula Magna su carácter afable. Una cualidad que, sumada a su trayectoria docente, da lugar al consenso que requiere el puesto con el que ahora combina las clases. Se resiste a abandonar el Colegio Máximo de Cartuja. En el “reto” de dar amparo a quienes solicitan su ayuda no está solo. El Defensor, pese a la singularidad explícita de su denominación, cuenta en realidad con un equipo de cuatro personas a las que el entrevistado insiste en agradecer durante la charla.
– ¿Qué o quién es el Defensor Universitario?
Es un garante de derechos. Lo que hace es garantizar los derechos del universitario. Es muy importante una cosa: es un depósito de confianza. Lo primero que hay que tener con el Defensor Universitario es confianza. Una persona llega aquí y necesariamente tienes que escucharla. Cuando tú la estás escuchando, esa persona ya se está sintiendo en una posición de confianza y te está manifestando cuestiones que pueden ir dentro del ámbito de la privacidad. A partir de ahí es cuando expresa que tiene un derecho que ha sido lesionado y a partir de ahí es cuando se hacen las acciones pertinentes para que se devuelvan esos derechos. :
– ¿Defiende solo al estudiante?
Es un tema muy interesante. Tradicionalmente, como es una figura que incluso en su momento histórico era el defensor del estudiante, luego se ha identificado siempre así. El defensor, en esta Universidad y en las universidades españolas en general, no es un defensor del estudiante, es un defensor de los universitarios: PAS, PDI y, por supuesto, los estudiantes. ¿Qué ocurre? Que los estudiantes son más. Tienes significativamente que atender a más personas que pueden sentirse lesionadas en algún momento por su relación con la administración. Numéricamente se refleja: hay muchas más cuestiones de estudiantes, porque son más.
– ¿Por qué ser defensor?
Es una decisión muy difícil la que hay que tomar. Yo considero que la responsabilidad del Defensor Universitario debe ser una responsabilidad finalista. ¿Qué significa? Que se hace al final de la vida académica o profesional. Una de las cuestiones que se plasman en el reglamento del Defensor, en la normativa universitaria de Granada, es que sea una persona de reconocido prestigio, que tenga una trayectoria profesional, humana, docente o de administración… Te invita a conocer la universidad desde otro punto de vista. Si eres docente estás en tu mundo de la docencia, pero no vas a otros. Yo he sido decano en varias ocasiones. Conozco mi Facultad, creo que muy bien, pero mi facultad. No conozco otras facultades, otros sectores, otras titulaciones. Aquí tienes una visión de la universidad verdaderamente completa, verdaderamente total. Como yo amo mucho a esta Universidad, me parece que es una oportunidad.
– ¿Qué diagnóstico hace en el tiempo que lleva como Defensor?
Como cuestión final te diría: la Universidad está sana. Yo estoy viviendo permanentemente los problemas que tiene la Universidad. En una Universidad como la nuestra que tiene 60.000 personas, el hecho de que tenga 135 quejas al año está bien. Otras universidades tienen menos. Pero es una universidad sana. Sobre todo porque la mayoría de esas quejas son atendidas. El problema no es que haya muchos problemas, la ventaja es que esos problemas se solucionan. Afortunadamente se reacciona y está sana.
– ¿Cuáles son los problemas que más se plantean?
Hemos tenido 905 intervenciones de amparo. Se dan bastantes, 135 quejas es un número considerable. Casi 400 entrevistas personales, número relevante, porque la Universidad es grande. La actividad en torno al defensor es grande. El sector mayor, que es el sector de estudiantes, tiene problemas de relación por ejemplo con la lectura de su contrato. El contrato de un estudiante es la guía docente. A veces no está suficientemente clara, a veces la evaluaciones no aparecen suficientemente especificadas, se pueden presentar particularidades que hacen que se tomen determinadas reacciones que colocan en una situación de indefensión al estudiante. Hay otros problemas que no son tantos pero me preocupan más. He de confesar que reclaman mi atención con más intensidad, y son los problemas de convivencia. Somos una comunidad muy grande y una comunidad muy grande tiene a veces problemas de convivencia que son un reto. Cada problema de convivencia es un reto. Poder hablar con una persona, poder hacer que esa persona pida perdón cuando hay que pedirlo. Eso es muy deseable. Se puede pedir perdón e iniciar un nuevo camino.
– Asamblea Feminista Unitaria denuncia que el acoso sexual en la UGR es habitual, ¿es un asunto recurrente para el Defensor Universitario?
Afortunadamente no hay casos tipificados como graves de acoso sexual. Afortunadamente no se dan. Pero es una comunidad muy grande, debemos estar preparados siempre por si se da algún caso. En una comunidad como esta que se dé un caso es un problema… Además es presunto, todo es presunción hasta que no se determina. Lo importante es que la universidad reaccione rápido y reaccione bien. Es lo fundamental.
– ¿Y lo hizo?
Sí. Un Defensor Universitario, lo primero que tiene que atender, aparte de las presunciones, es a la víctima. Atender a esa persona, darle toda la confianza posible, que se sienta atendida, apoyada. Luego que la justicia haga lo que crea conveniente. Que quien tiene poder ejecutivo ejecute las sentencias, pero el Defensor Universitario lo que tiene que hacer en primer lugar es apoyar a esa persona. Ahí se reaccionó con absoluta rapidez.
– ¿Echa de menos la Facultad? ¿Sigue dando clase?
Sí. No se puede perder el contacto con los estudiantes, no es bueno. Estás en una situación de tensión, de atención… Una cierta intensidad de trabajo. El contacto con lo habitual para ti, la forma de actuar durante tantos años, no se debe perder. Además alargarías la distancia y no entenderías determinados problemas.
– ¿Cuál es su posición con respecto a las huelgas?
Es un paro académico. Sobre un tema de paro académico no me pronuncio. Tengo que estar representando a todos los sectores. Hay un gran vacío en la normativa de qué es un paro académico, cómo se desarrolla… Yo creo que se debería regular más. Una huelga está muy bien regulada desde el punto de vista de los trabajadores; en el plano académico está mucho más desatendida.
– ¿Y llegan quejas por los paros?
Siempre que se produce paro académico o huelga hay un número, no muy elevado, de incidencias que se pueden dar y llegar al Defensor Universitario. No son muy relevantes, pero algo sí que hay. Alguien se queja de que tiene derecho, y a lo mejor le están contando una determinada práctica que tenía derecho a no haber cumplimentado… Son cuestiones que al final con el diálogo, normalmente, se pueden arreglar, no hay una dificultad.
Que la rectora me perdone, pero [la del Defensor Universitario] es la mejor figura dentro del campo de la universidad. Es un reto precioso, es un reto hermoso. Sobre todo porque casi todo lo puedes solventar fomentando el diálogo. El hecho de que tú recibas una queja y esa queja no llegue a estar resuelta, sino que antes se ha detenido porque ha habido una posibilidad de mediación, de convivencia, de diálogo, ese es un reto precioso. Yo lo suelo poner en práctica en la mayoría de los casos y da resultado.
– ¿Tiene la pausa necesaria para escuchar?
El equipo de la Oficina es extraordinario, atiende las quejas personalmente y por correo. Siempre que se necesite y por motivos justificados, por la tarde e incluso en periodos vacacionales. Para ejercer la defensa no hay límite en el tiempo.