Ocho años, cinco millones de euros, tres kilómetros,10 entidades públicas y privadas implicadas, dos rotondas y un par de semáforos cuya instalación daría para un libro aparte. Estos son los ingredientes principales de la historia del Bulevar Louis Pasteur, un conjunto de carreteras que unen todo el campus de Teatinos de la Universidad de Málaga, desde la Facultad de Derecho hasta la Facultad de Enfermería.
El último día de julio ha sido la fecha escogida para cerrar el que parecía el cuento de nunca acabar. La conexión del Bulevar Louis Pasteur con la ampliación de Teatinos, con vistas a crear el ansiado campus único (futura ciudad universitaria), ha reunido a casi tantas autoridades como personas implicadas en el proyecto. Encabezados por el rector de la Universidad de Málaga, José Ángel Narváez, tanto el atril de discursos como las tijeras pasaron a manos de la verdadera directora de orquesta, la vicerrectora de Smart Campus Raquel Barco. También se situaron bajo el intenso calor los responsables del estudio de arquitectura Ángel Asenjo, la constructora de las obras Ferrovial LASOR – IELCO, así como representantes del Ayuntamiento de Málaga, tanto de urbanismo como de ordenación del territorio o movilidad o el conjunto de vicerrectores de la UMA.
Un final feliz contra toda burocracia
Para comprender todo el proceso que ha hecho posible que hoy se inaugurara el vial que conecta todo Teatinos Raquel Barco ha repasado todos los puntos conflictivos. Y es que en ese vial no fueron bien las cosas. Ocho años para abrir una carretera parece abusivo incluso para la burocracia española. La historia comenzaba con la construcción del Ayuntamiento de Málaga, en terrenos del propio consistorio, de un vial que por si solo trajo quebraderos de cabeza. A él se le sumó una nueva carretera, esta vez construida por una Universidad Pública, la de Málaga. Siguiendo los procesos estipulados, se sacaron a concurso los trabajos de construcción, tal y como manda la ley. Pero ese sería solo el principio de la aventura.
“A pesar de ser construido íntegramente por la universidad no podía ser abierto por ella”, aclaraba la vicerrectora. Y es que el proceso de consecución de autorizaciones podía servir de storytelling para un videojuego de acción (algo tedioso) que exasperase al más intrépido jugador. Si los inicios parecían ya complicados se sumó el limbo que supuso la creación del nuevo plan de movilidad sostenible de la UMA, que hubiera dado más indicaciones a los osados aventureros.
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Entre los enemigos más fuertes del proyecto se presentaban dos rotondas por las que pasa el metro. Y aunque dos simples rotondas parece que no pueden complicar nada, las entidades que gestionan metro y la empresa que posiciona el semáforo para regularlo se encargaron de hacer la fase más interesante. Es así como una universidad, pública, tuvo que verse envuelta en procesos administrativos, mails, llamadas de teléfono y consultas donde nadie tenía claro qué proceso seguir.
Para acompañarla estos ocho años, la UMA formó equipo con un total de 10 entidades, donde hasta la Policía tuvo que presentar informes. Vicerrectorados, concejalías, gerencias, la Junta de Andalucía, la concesionaria del Metro, arquitectos, constructoras y muchas otras personas que pasaban por allí hicieron de la apertura de una carretera el continuo dolor de cabeza de una institución que, a priori, no se dedica a la movilidad urbana. Pero la universidad triunfó sobre todo, y como adalid del diálogo, consenso y generadora de resultados ha conseguido cortar la cinta de inauguración en cientos de pedazos, uno para que persona que consultó, redactó, dibujó, firmó, llamó o acordó algún trámite de la aventura del vial.
Más que una carretera
Tras la explicación de la historia coral que compone la apertura del Bulevar Louis Pasteur, José Ángel Narváez tuvo palabras para la reflexión, una observación sobre la burocracia de nuestro país. “No puede ser que tardemos ocho años en abrir una carretera”. Aún así la buena voluntad y el trabajo de todas las entidades que lo han hecho posible.
Pero la reflexión profunda de esta última inauguración del curso presenta un protagonista principal que ha de ser tenido en cuenta. La Universidad Pública de Málaga, la institución de Educación Superior de todos que trabaja por su ciudad. Así lo recalcó Narváez, “las universidades públicas son muy buenas, son las mejores que hay, pero además hoy hemos demostrado nuestra capacidad de innovación para solucionar problemas que no tenían solución“.
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