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20 abril, 2024
Entrevistas

Burnout, el síndrome del trabajador (o estudiante) quemado

Burnout, el síndrome del trabajado (o estudiante) quemado

El exceso de trabajo, la falta de comunicación, un equipo desintegrado… la sensación de no poder aguantar más en el trabajo o en los estudios es cada vez más recurrente. A esa sensación se la conoce como burnout.  En español: el síndrome del trabajador quemado.

Pero ¿qué es y que supone caer en un burnout? ¿Es solo estrés? ¿Se puede superar? ¿se ha incrementado con la pandemia? Para comprender su significado y cómo afecta a todo tipo de trabajadores e incluso a los estudiantes, hemos hablado con Iván Fernández Suárez, doctor en Riesgos Laborales y profesor del Máster en Prevención de Riesgos Laborales de UNIR. Además, Fernández es miembro del Grupo de Investigación ‘Trabajo líquido y riesgos emergentes en la Sociedad de la Información’ de la UNIR.

¿Cómo podríamos definir el burnout? ¿Qué elementos son los que caracterizan a un burnout?

Iván Fernández Suárez, profesor del Máster en Prevención de Riesgos Laborales de UNIREl síndrome de estar quemado, el burnout, realmente es un desajuste entre capacidades y exigencias, normalmente orientado al ámbito laboral, pero también se puede aplicar al estudiantil. Para que se entienda bien suelo explicarlo a través de la diferencia entre el estrés y el propio burnout.

El estrés también es un desajuste entre exigencias y capacidades, es un desajuste muy natural, de hecho los animales sufren estrés y reaccionan ante una amenaza. A nosotros nos ocurre igual, el estrés es que nos están exigiendo algo a nivel físico o mental y reaccionamos. Esa reacción puede ser positiva, puede ayudarnos a ser más eficaces, a hacer nuestro trabajo mejor y ser más eficientes o a batir el récord en unas olimpiadas.

¿Qué ocurre entonces con el síndrome de estar quemado?

Es también un desajuste pero muy prolongado en el tiempo. Se produce durante tanto tiempo que nuestro cuerpo no es capaz de soportarlo y empieza manifestando una serie de síntomas. Este síndrome engloba síntomas que pueden ir desde un infarto, una caída de cabello hasta una depresión o problemas digestivos. Es un abanico de síntomas muy amplio. Siempre tiene efectos negativos.

Un ejemplo típico para comprenderlo es el de un atleta que se entrena para una carrera. Si un día se entrena por encima de sus capacidades no pasa nada, puede incluso mejorar o tener una lesión pero no será muy grave. Pero si planificamos mal una temporada y está durante varios meses entrenado por encima de posibilidades lo que va a ocurrir es que tendrá una lesión grave. Pues el síndrome de estar quemados es igual, si estamos sometidos a una presión mental durante un corto periodo de tiempo no pasaría nada, incluso podríamos ser muy eficaces (un examen por ejemplo), pero si ese estrés se prolonga mucho en el tiempo llega un momento en el que nuestro cuerpo enferma y no siquiera el descanso o reducir esa tensión va a reducir la lesión. Necesitamos tratamiento médico.

¿Y qué consecuencias tienen para la labor diaria de los trabajadores o estudiantes?

Los síntomas son amplísimos. Es igual que cuando alguien tiene estrés, a algunos les da por comer y otros no pueden dormir o al revés, no comen nada o duermen mucho. Es una lesión psicosomática y nuestro cuerpo puede presentar síntomas de cualquier tipo. Normalmente empieza con un cambio en el estado de ánimo, con tendencia a la apatía o al cinismo. Se comienza a tener un menor rendimiento y se van sumando los síntomas psicosomáticos de cualquier tipo: dolores de cabeza, problemas digestivos o de comportamiento, también se dan marcadores de salud como la subida del colesterol…

Es una situación que se liga a los trabajadores, pero ¿se puede dar en otros sectores como en los estudiantes universitarios o entre los opositores?

Se puede dar entre casi todos los sectores. Al final el síndrome de burnout es un concepto que está orientado al ámbito laboral, pero la patología en sí es un desajuste entre demandas y capacidades. No cabe ninguna duda que a nivel de exigencias un estudiante o un opositor están sometidos exactamente igual a exigencias muy elevadas. Además, se suele dar la casualidad, o es algo muy frecuente, que estas patologías les ocurran a las personas que tienen ganas de hacer las cosas bien. Se auto exigen más y esa autoexigencia es la que nos hace llevar más a la frontera.

Hay personas que tienden más a esta patología. Esto se ve en un ejemplo clásico: cuando tenemos varios compañeros a nuestro alrededor y uno siempre contesta bien y está predispuesto a ayudar, frente a otro que es más desagradable y suele decir que no, tendemos a pedir siempre ayuda al que sabemos que nos va a decir que sí. Esto acaba suponiendo una carga extra de trabajo para el compañero más amable, lo que se traduce en una mayor tendencia a estar quemado por la propia autoexigencia.

¿Es algo que se da solo en la actualidad o es un síndrome que siempre ha existido? ¿por qué ahora hablamos más de burnout que hace unos años?

Es una patología que ha existido siempre, pero tenemos que tener en cuenta el cambio bestial que hemos sufrido en una generación. La irrupción de las nuevas tecnologías ha hecho que estemos conectados siempre, que tengamos una dependencia de las tecnologías digitales terribles. A nivel psicológico tenemos que aprender continuamente, ahora es casi obligatorio estar renovándose cada mes, y eso genera mucho estrés. Las exigencias mentales son mucho mayores, hemos bajado las incidencias de cortes y lesiones físicas para pasar a un aumento de las psicológicas. El COVID ha magnificado esto porque estamos aún más conectados y con más carga de trabajo mental.

¿Los trabajadores actualmente están más concienciados de lo que acarrea un burnout?

Estamos en el momento de despertar ahora mismo. En mi trabajo con mutuas de accidentes estamos viendo que un 50% de bajas médicas vienen por consecuencias de carácter mental, ya no es todo traumático. Estamos empezando a verlo, pero sí que es cierto que las herramientas que se utilizan para evaluar, como test o cuestionarios psicosociales prácticamente no se aplican. Y si lo hacen es cuando hay un caso de burnout, un caso de acoso o de depresión… esto es igual que si voy a evaluar un andamio cuando ya se ha roto la pierna el trabajador, ya voy tarde.  Hay muchísima necesidad de evaluar, y de hecho la Inspección General de Trabajo está haciendo una campaña para promover la evaluación de riesgos psicosociales.

¿Qué pueden hacer las empresas para evitar que sus trabajadores caigan en este síndrome?

Los síndromes vienen por dos variables: por un lado la exigencia y por otro la capacidad. Hay que distribuir bien los tiempos de trabajo y diseñar bien las exigencias, para que la tarea se pueda desarrollar bien y no nos desborde. Y luego también habría que conocer bien a las personas, saber qué capacidades tiene y si puede ejecutar bien la tarea asignada.

Pongo siempre el mismo ejemplo. Es como si tengo que comprar un coche para mi empresa y estoy en un olivar. Compro un Ferrari, Ferrari es un buen coche, pero no lo es para trabajar en un olivar, ahí necesito un 4X4. Tengo que conocer las máquinas bien para que funcionen, pues con las personas exactamente igual. Hay que pedir en consecuencia de las capacidades. Además jugamos con una ventaja, a una persona la puedo formar y cambiar sus capacidades, la puedo mejorar.

Un consejo para aquellos trabajadores (o estudiantes) que se vean ante el ‘precipicio’ de un burnout

Algo muy importante es conocer nuestros límites. En primer lugar qué nos genera esa tensión, el estrés… indicativos que pueden generar en un síndrome burnout y ver qué capacidades tenemos. Hay herramientas críticas que se pueden utilizar, como una evaluación de riesgo psicosocial. Esta herramienta pregunta por variables como la comunicación, por la participación, por el liderazgo, por la capacidad de promoción dentro de la empresa. Si yo puedo trabajar en equipo, si cuando tengo un problema o no llego a lo que me están pidiendo lo puedo comunicar y existe un diálogo, al final esto se elimina de raíz.

Con ser consciente de lo que se puede hacer y teniendo la capacidad para participar en las decisiones, tener autonomía para decidir sobre mi trabajo, tener comunicación con la empresa y tener trabajo en equipo, esto se puede eliminar de raíz. Muchas veces estamos en la carrera y ¿cuántas veces nos preguntan como estamos o qué nivel de carga tenemos? Muy pocas. Una evaluación psicosocial es precisamente esto, preguntar de forma confidencial para que el trabajador pueda responder con sinceridad lo que realmente siente ante estas situaciones.

La comunicación es un elemento clave pero desafortunadamente sabemos que casi nunca se preguntan estas cosas.


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