La situación actual de la I+D de nuestro país es bastante peor que la que había hace una década. Uno de los mayores problemas derivados de una inexistente organización de la carrera investigadora en España es que no hay una adecuada planificación de los recursos humanos para cada etapa, provocando embudos de personal investigador optando a poquísimas plazas. Mientras que apenas hay contratos postdoctorales y la estabilización se convierte en una quimera, el personal docente e investigador de las universidades y los centros de investigación sigue envejeciendo sin remedio. Si alguien pregunta a los que toman las decisiones en I+D sobre qué debe hacer un/a joven investigador/a para seguir con su carrera profesional, le dirán lo de siempre: hay que irse fuera. Pero, ¿cuánto tiempo y qué méritos tenemos que reunir allí? No hay respuestas claras a estas preguntas.
Hay algunos casos de conocidas investigadoras que vuelven a España con contratos prestigiosos (aunque temporales) y emigran de nuevo porque no pueden estabilizarse pese a ser referentes en sus campos de investigación. Hay mucho personal investigador que una vez que sale fuera no quiere volver a vivir en la incertidumbre del sistema español. En su recuerdo permanecen los días en los que, a consecuencia de los recortes, la mayor institución de investigación en nuestro país, el CSIC, estuvo a punto de entrar en suspensión de pagos y quebrar. Otras personas encadenan contratos precarios hasta que, cansadas de diez o quince años de mudanzas constantes, de la inestabilidad, de la falta de conciliación laboral y de los periodos de desempleo, deciden dejar la investigación. Se podría decir que algunos de nosotros tenemos un síndrome de Estocolmo con la I+D en España, queriendo volver a un sistema que nos hace sufrir, pero del que muchos queremos formar parte.
Por Manuel Heras Escribano
Investigador FONDECYT Postdoctorado, Universidad Alberto Hurtado (Chile)