Una de las principales decisiones que tienen que tomar los alumnos de educación Secundaria que se plantean dar el salto a la universidad es elegir qué carrera o Grado universitario cursar. Una elección nada fácil -notas de corte aparte- y a la que también se enfrentan los equipos de orientadores de los institutos que, desde un punto de vista profesional, intentan ayudar a los alumnos con vistas a que éstos tomen la decisión más acertada.
En este sentido, uno de los principales parámetros que tradicionalmente tienen en cuenta los orientadores -y también las familias- a la hora de aconsejar qué carrera o estudios cursar es, además de la propia preferencia del estudiante, las asignaturas en las que cada alumno es más bueno u obtiene mejores resultados. Ahora bien, conceptos como inteligencia emocional y gestión de las emociones empiezan a ser tenidos cada vez más en cuenta en el panorama educativo, a nivel general, y más concretamente en el ámbito de la orientación.
Ejemplo de estos nuevos parámetros se han evidenciado en el XIII Salón del Estudiante de Lucena, que como ya informara Aula Magna se inauguró este martes y se ha clausurado hoy; y en el que además de presentarse la oferta de 14 centros universitarios (diez de ellos andaluces); se ha desarrollado, por primera vez, unas jornadas dirigidas a orientadores sobre Educación emocional para la orientación académica y profesional, y atención al alumnado de necesidades educativas especiales (NEE), que se han celebrado en el IES Marqués de Comares de este municipio del sur de la provincia de Córdoba, anexo al pabellón donde se ha celebrado esta Feria del estudiante.
Desde la Psicología
Unas Jornadas que han contado con la asistencia de 35 profesionales cordobeses de la orientación académica y profesional, y que fueron inauguradas este martes con la ponencia-taller impartida por la profesora del Departamento de Psicología de la UCO Carolina Pérez Dueñas, que, bajo el título Orientar desde la inteligencia emocional, presentó una interesante ponencia en la que defendió que «más que decirle a un alumno qué debe estudiar, debemos darle una información completa de las distintas opciones y enseñarle a gestionar sus emociones«.

Todo ello bajo la premisa de que «las emociones influyen en nuestra toma de decisiones», como explicó Pérez Dueñas, hasta el punto de que las emociones modulan el pensamiento; con lo cual, y si de la labor profesional de los orientadores hablamos, éstos deben contar también con una serie de herramientas para trabajar con sus alumnos a nivel de emociones. Todo ello con vistas a potenciar las emociones más positivas y, por ende, contribuir a una mejor elección de los estudios a cursar, entre otros aspectos de la vida social del alumno.
«Los orientadores también deben aprender a gestionar emociones, y en función de eso también acompañar y apoyar al alumno en la toma de decisiones», indica esta investigadora de la UCO.
Así, no es sólo necesario conocer si el estudiante es bueno en matemáticas, lengua, química o historia; sino también analizar cómo es emocionalmente, y si es más o menos abierto, activo, curioso, decidido, discreto, formal, justo, con capacidad o no de trabajo en equipo, serio, rebelde, y un largo etcétera de posibles características que esta profesora de la Facultad de Ciencias de la Educación de la UCO expuso durante su intervención.
Entre otras ideas y conceptos, Carolina Pérez explicó como determinadas emociones conducen a unas determinadas respuestas. Así, las personas que presentan emociones de preocupación o sorpresa suelen tender a analizar más las situaciones, mientras que si la respuesta predominante es de satisfacción o ira, se tiende a usar «atajos mentales»; y las emociones positivas fomentan la creatividad.
Fomentar los valores
En el marco de la adolescencia, y con vistas también a una buena elección de los estudios a cursar, esta profesora de la UCO resaltó la importancia de trabajar y fomentar entre los jóvenes los valores y la importancia y beneficios de los objetivos eudaimónicos, aquellos más relacionados con el bien común y el largo plazo; frente a los objetivos hedónicos, más relacionados con el placer personal.

Un apartado en el que expuso estudios científicos que demuestran que los adolescentes «con mayor sensibilidad neural a recompensas eudaimónicas tienen menos síntomas depresivos a largo plazo».
Síntomas depresivos que, lógicamente, afectan no sólo al ámbito de los estudios, sino a todas las esferas de la vida, porque como previamente también afirmó Carolina Pérez «cuando hay miedo, tendemos a huir, y si, aún queriendo hacer determinado carrera, estamos pensando continuamente que al final vamos a perder mucho tiempo en estudiar para nada, al final no va a servir para nada». De ahí la importancia de trabajar las emociones, y fomentar la autoestima entre los estudiantes, entre otros objetivos.