Cuando me encuentro con la comunidad universitaria en un colegio mayor o en una facultad dando una charla sobre las funciones de las oficinas del los defensores universitarios, siempre me sorprendo de la falta de información y el desconocimiento que existe, por eso me agrada especialmente atender la invitación de Aula Magna para paliar en lo posible este error.
La figura de defensor/a universitario es una gran desconocida, se puede perder en un «mar» de defensores: Defensor/a del Pueblo español, de la Comunidad Autónoma correspondiente, del Ciudadano, del Lector, del Espectador, del Consumidor. etc. Todos merecen un profundo respeto pero se echa de menos una mayor conexión entre ellos para solucionar los problemas.
Si nos centramos en la figura del defensor/a universitario la delimitación es clara, tendrá competencia solo en lo que respecta a la comunidad universitaria: Estudiantes, Personal de Administración y Servicios y Personal Docente e Investigador. Por tanto debemos empezar a entender que no es solo defensor de estudiantes sino de todos.
Resumiendo, cuando algún miembro de la comunidad universitaria de Granada busca al defensor, lo requiere para una de estas tres cuestiones: un derecho no respetado, una situación de desamparo o pidiendo información. Las tres situaciones nos dan tres tipos de gestión: una queja, un amparo o petición de información. Las dos primeras darían lugar al inicio de expedientes donde una vez escuchadas las partes y documentados los hechos pueden finalizar en documentos como, Pronunciamientos, Recomendaciones etc.
He de confesarles que para un defensor, el mejor expediente es aquel que no llega a este punto, ya que se ha producido una mediación, conciliación, un diálogo que ha puesto punto final al problema con el acuerdo de las partes y la consiguiente corrección del error y solución del problema. Quizá esta voluntad de diálogo y vocación de escucha desde la absoluta confidencialidad nos da a los defensores/as un conocimiento envidiable de nuestras universidades que podemos utilizar para sugerir a los equipos de gobierno soluciones a problemas que han escapado al proceso legislativo o normativo y que nosotros conocemos desde la casuística diaria de nuestra labor. Es deseable y positivo que para mejorar la calidad en las universidades el defensor establezca una vía de diálogo permanente con la administración universitaria pero siempre con dos principios presentes: la autoridad que le da el respaldo de la comunidad universitaria a través de una elección con amplio consenso y la independencia por haber sido elegido por el claustro que representa a todos
Para finalizar les diré que el defensor/a solo es un universitario cargado de experiencia, que dedica las veinticuatro horas del día a buscar desde la razón soluciones y responsabilidades para los problemas que se producen en la vida universitaria.
Por Antonio Ángel Ruiz Rodríguez
Defensor de la Universidad de Granada
defensor@ugr.es