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29 marzo, 2024
AndalucíaEditorialOpinión

Discursos

El nuevo curso académico arranca como cada año con los solemnes actos de Apertura celebrados en cada una de las Universidades Públicas Andaluzas. Todas los actos han tenido un tema en común que se ha inspirado desde el primer momento en los pasillos de las facultades y espacios elegidos para los actos: las políticas de apoyo a los estudiantes.

Portadas y reportajes completos han llenado los medios de este verano y el mes de septiembre para recalcar la importancia de la bonificación de las matrículas y los planes de apoyo que desde la Junta de Andalucía se están dando a los estudiantes. Unas cifras y proyectos muy interesantes que buscan beneficiar al grosso de la comunidad universitaria.

Los proyectos vinculados a los estudiantes suelen ser los que más apoyo social tienen, pero la realidad es que estos no deben priorizarse sobre otros temas que forman la universidad. Si bien es cierto que gracias a la bonificación muchos estudiantes verán solventadas sus incertidumbres respecto a la continuidad de sus estudios, hay otros colectivos cuya inseguridad no parece ser tan prioritaria en los planes de gobierno.  El PDI y el PAS continúa en una situación precaria, con falta de reposición y sin que se atiendan sus demandas en las vías de promoción.

Discursos centrados en los buenos datos que, solo en algunos casos hacen referencia a las protestas y necesidades específicas de otro de los grandes colectivos: los trabajadores. La Universidad no existe sin estudiantes, pero tampoco puede hacerlo sin sus profesores, investigadores y personal de servicio y administración. Todos ellos también merecen un hueco en los discursos y sobre todo en las medidas que se vayan a tomar.

En muchos de los actos de apertura las puertas han estado ocupadas por decenas de investigadores y docentes cuya principal demanda es que se cumplieran los acuerdos que tanto los rectores como la propia Junta firmaron el pasado mes de junio.

Acuerdos, discursos y firmas que se las llevó el viento, pues los afectados siguen en la misma situación, viviendo una inestabilidad constante que les puede llevar a perder sus puestos de trabajo, plazas mantenidas en algunos casos por más de 10 años.

Si una vez se llegaron a sentar todas las partes y acordar una forma de satisfacer las demandas estas deben ser cumplidas. La Universidad no existe sin estudiantes, pero tampoco puede hacerlo sin sus trabajadores, quienes merecen más que una mención en un discurso que luego se olvida en las memorias académicas.


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