¿Se puede mover una silla de ruedas con la mente? En la Universidad de Málaga hay al menos ocho personas estudiando la manera de conseguirlo, y no solo lo han averiguado, sino que, además, están diseñado un sistema que permite a cualquier persona hacerlo. No son aficionados a la telequenesis ni aspirantes a magos, se trata de ingenieros de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Telecomunicación, quienes llevan años trabajando en este campo con el objetivo poner los avances de la tecnología al servicio de las personas con discapacidades muy graves.
Para ello emplean lo que denominan interface o “cerebro computadora” que, tal y como explica el investigador jefe del grupo Diana, Ricardo Ron, permite a la persona que lo utiliza controlar una máquina de manera sencilla a través del pensamiento. El objetivo es mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidades severas, que no tienen capacidad de comunicarse o de moverse.
Por ejemplo, las que padecen esclerosis lateral amiotrófica (ELA), una enfermedad degenerativa que puede dejar al paciente completamente paralizado, impidiéndole mover los músculos, incluyendo los ojos o controlar la respiración. “Son personas que viven en el conocido como estado de enclaustramiento, pero cuya mente funciona perfectamente”, señala Ron.
En el proyecto, llamado INCADI, participan también dos psicólogos y una enfermera. Desde noviembre, han entrado en una primera fase de experimentación, en la que alumnos se prestan voluntarios para ir superando un total de cinco niveles (uno primero de calibración, seguido de dos en un entorno virtual, y de otros tres en el que se someten al control de la silla de ruedas).
En estas sesiones se coloca al sujeto un casco con unos electrodos que miden su actividad cerebral, un ordenador analiza las señales, las asocia a determinados comandos y envía la orden correspondiente a la silla. De manera que, en un escenario simple, si se imagina el movimiento de la mano izquierda la silla debería girar hacia esa dirección. Pueden participar en los experimentos todos los estudiantes que lo deseen, poniéndose en contacto con el grupo de investigación. Los investigadores advierten de la complejidad del asunto. “En la actividad cerebral hay mucho ruido”, insiste Ron al explicar que para controlar la silla se requieren al menos cinco comandos (girar a la derecha, a la izquierda, avanzar, retroceder y detenerse) y que “lo ideal” sería que hubiera una tarea mental específica para cada uno.
Sin embargo, esto produciría un porcentaje de error demasiado elevado al identificar los cambios en la actividad cerebral. Para reducir el margen de error, los investigadores han optado por reducir a dos las acciones asociadas a tareas mentales: activar (movimiento mano derecha) y desactivar (dejar la mente en blanco).
Esto es, el sujeto conectado con los electrodos, va escuchando una voz que le dice, por ejemplo “avanzar”, entonces realizará una de las dos posibles tareas mentales, según quiera activar o no el comando. Al cabo de unos segundos, se pasará a la siguiente acción. “Es más lento, pero el porcentaje de éxito es bastante elevado”, asegura el investigador.
A estos primeros experimentos deberán seguirles otros para optimizar el sistema y mejorar las técnicas de entrenamiento. Pasará algún tiempo hasta que el sistema se pruebe en pacientes, pero el reto es alcanzar un prototipo fiable que, tal vez, pudiera comercializarse algún día.
Teclas para comunicar sin palabras
Otra de las aplicaciones ya desarrolladas por el grupo de investigación Diana dentro del Proyecto INCADI, es un sistema que permite controlar un teclado virtual. El propósito de los investigadores de la ETSI de Telecomunicación de la UMA, era evitar el aislamiento de los enfermos de esclerosis lateral amiotrófica (ELA), dotándolos de un medio a través del cual poder comunicarse.
El paciente observa cómo se iluminan letras, cuando presta atención a una se produce un cambio en la actividad cerebral y con la suma de los símbolos el ordenador escribe frases. Hay otros dispositivos similares, pero el investigador Ricardo Ron explicó que la novedad está en se ha introducido un teclado como el de los móviles, por lo que se consigue una tasa de acierto “bastante elevada y minimizar mucho el tiempo de escritura”.
El reto ahora es lograr financiación para llevarlo al mercado, para lo que están a la espera de la resolución de la convocatoria de 2015 de ayudas del Ministerio.