Ayer mismo se celebró el Año Nuevo Chino, una festividad tradicional de esta cultura milenaria que da paso a un nuevo año regido por el calendario lunar; motivo por el que su celebración no coincide con el cambio de año de los países occidentales. De este modo, y con motivo de estrechar nuevos lazos entre culturas, la ciudad de Almería celebró por primera vez este fin de semana pasado una serie de actividades para dar la bienvenida al año 4714 dentro de la cronología china. Doce meses que estarán regidos por el Mono de Fuego, animal que corresponde según su calendario y zodiaco, al año 2016.
Uno de los motivos de esta celebración ha sido la identidad multicultural y cosmopolita que tiene la ciudad de Almería y su provincia. Una tierra donde, a lo largo de los siglos, han convivido cientos de culturas; por lo que no es de extrañar que sus calles y plazas se llenen de vida para celebrar las fiestas y tradiciones del entramado de todas las culturas que componen y dan forma a su sociedad, no solo las nacionales.
Por eso mismo este fin de semana la Asociación Cultural Xibanya, en colaboración con el Ayuntamiento capitalino, organizaron múltiples actividades para que los habitantes de la ciudad acompañasen a la comunidad china en Almería a la hora de dar la bienvenida a este nuevo año. Un programa de actos donde dejaron patentes algunas de las tradiciones chinas; y en el que participaron con una exhibición de kung-fu, bailes y cantes típicos algunos alumnos de intercambio del país asiático que se encuentran cursando sus estudios en la Universidad de Almería.
Los dos orientes
Así, con un recorrido de un extremo a otro del Paseo Marítimo, este pasacalles tan tradicional y que muchas veces se ha visto en las películas, reunió a lo largo de todo el día a cientos de personas frente al Mediterráneo. Un espacio adornado con farolillos rojos y ambientado con música popular china que mostró a los almerienses algunas de las tradiciones de este pueblo milenario.
Más tarde, tras un día lleno de actividades entre las que también se incluían cuentacuentos, gastronomía o cursos de lengua china para niños, esta jornada con alma oriental concluyó al atardecer con el momento más mágico del fin de semana. Unos minutos en los que más de un centenar de faroles surcaron el cielo almeriense, impulsados por el aire caliente desprendido de una vela; mientras se esfumaban como lágrimas de fuego caídas del cielo y se perdían en la puesta de sol. Un momento idílico de unión entre culturas que asombró y emocionó a todos.