La relación entre la empresa y la universidad está abocada al entendimiento porque, sencillamente, ambas se necesitan. Las primeras reclaman unas universidades que den formación no solo de calidad sino también adecuada a las nuevas necesidades empresariales. Las universidades no pueden limitar su cometido a dispensar títulos a sus alumnos; su responsabilidad social consiste en crear profesionales formados y dotados con habilidades y conocimientos prácticos adaptados a las exigencias del mercado laboral.
La inserción en el mercado de trabajo será una cuestión a la que las universidades tendrán que prestar cada vez mayor atención si quieren atraer a los estudiantes. La crisis económica y la dificultad de encontrar un empleo han hecho que en la decisión de estudiar un grado (posgrado o máster) y en qué universidad hacerlo el grado de empleabilidad de las universidades sea una cuestión cada vez más relevante.
No es de extrañar que prácticamente la totalidad de las universidades (públicas y privadas) cuenten en su estructura con un departamento de prácticas y empleo y con observatorios que evalúan la progresión de sus egresados y el impacto que ha tenido su paso por la universidad en su futuro. Ahora son las universidades las que necesitan de las empresas para establecer convenios y prácticas en sus compañías. Éstas facilitan la adquisición de la tan necesaria primera experiencia laboral, que pueda traducirse en buenos datos de inserción laboral a corto-medio plazo.
Pero el sector privado no solo se involucra en el diseño curricular, interviniendo en el establecimiento de los planes de estudios, la participación en seminarios o la organización de ferias de empleo, también tiene un papel muy relevante en otras áreas como la de investigación (I+D). Bien como parte de su política de responsabilidad social, bien como interés en el propio bien o servicio que se pueda desarrollar (patentes), las empresas están ocupando un papel relevante en este ámbito.
Otras acciones como el fomento del emprendimiento (cátedras, premios, charlas, lanzaderas…) o el impulso de la práctica deportiva (becas y patrocinios) completan el matrimonio bien avenido que forman empresa y universidad.
por Esther Barrio
Directora Compromiso Empresarial
@Esther_Bame