Hoy mismo ha arrancado en la Universidad de Almería, de manera oficial, el periodo de exámenes que se prolongará hasta el próximo día 29 de junio. Veinte días en los que cerca de 15.000 alumnos que integran la comunidad universitaria almeriense se juegan el trabajo y esfuerzo de todo el curso a una carta con el fin de poder disfrutar del verano sin preocupaciones, y evitar así pasar por la misma situación en septiembre.
Época en la que los nervios, las prisas, las noches en vela y, en algunas ocasiones, la picaresca se acentúan debido a la carga lectiva que supone preparar todas las materias de la mejor manera posible para conseguir aprobar los exámenes. Un periodo que este año en la Universidad de Almería ha contado con un foco de atención inesperado: el provocado por las nuevas tecnologías, concretamente la relación entre móviles y pinganillos.
Dos elementos que unidos en estas circunstancias suponen una ventaja ilegal para aquellos que deciden hacer trampas y copiar en los exámenes; a la par que resta oportunidades a aquellos que trabajan y se dejan la piel en aprobar por méritos propios. Por este motivo, a través de las denuncias de los propios alumnos de la UAL, ha saltado la liebre en cuanto al tema de que una minoría de estudiantes habría estado empleando este método, el de recibir las respuestas a los exámenes a través de un pinganillo, para superar las pruebas; incluso con notas muy abultadas con las que, además de hacer trampas, restan oportunidades de conseguir ciertas becas a otros compañeros que se esfuerzan al máximo y las necesitan para continuar sus estudios.
Inspecciones aleatorias en UAL
Con el objetivo de evitar estas artimañas cometidas por una minoría muy pequeña de estudiantes, se cree incluso que apoyados por academias de formación que ofrecerían tales servicios, la Universidad de Almería tiene previsto realizar “inspecciones aleatorias” durante la celebración de exámenes para evitar que los alumnos empleen dispositivos móviles, pinganillos y otros aparatos electrónicos para copiar tras constatar por parte de la Inspección de Servicios a través de este método, tal y como asegura la inspectora de Servicios de la UAL, Belén Sáiz
“Varios episodios de copia organizada y masiva de exámenes en varios centros de la Universidad”
De este modo, tal y como ha aprobado el Consejo de Gobierno de la UAL mediante un nuevo artículo en el reglamento de evaluación del aprendizaje del alumno, queda “absolutamente prohibido al alumnado el uso de móviles y cualquier dispositivo electrónico”, con lo que evitarían así la obtención de respuestas en los exámenes mediante estos aparatos.
Por tanto, a partir de ahora la inspección de servicios realizará “inspecciones aleatorias durante la celebración de los exámenes en todos los centros utilizando aparatos de detección e interferencia entre auriculares tipo audífono y equipos de telecomunicaciones por telefonía móvil o por banda libre”. Labor que se llevará a cabo con la colaboración de los ingenieros de telecomunicaciones de esta Universidad.
Armas a emplear
Medidas que la Universidad ha gestionado en la última semana, en las que cuenta con el respaldo de la Subdelegación del Gobierno en Almería, cuyo gran objetivo será tratar de localizar posibles infractores que se aprovechen de dispositivos electrónicos para copiar. Despliegue que tendrá tres pautas, o herramientas, diferentes de actuación.
En primer lugar, localizar estos dispositivos. Nada más entrar en el aula de examen los alumnos, y profesores, deberán apagar sus teléfonos para evitar cualquier tipo de comunicación. Y es que, tal y como advierten desde la Universidad, el equipo de ingenieros pasará “de forma aleatoria con máquinas que detectan estas transmisiones. Aunque sean fortuitas el estudiante será expulsado del examen, si bien los profesores advertirán previo al inicio de la prueba”.
La segunda medida será la interferencia de la frecuencia, medida excepcional que ya recibido el visto bueno de la dirección general de Telecomunicaciones, necesario para realizar cualquier tipo de manipulación de frecuencias; y que cuenta con el permiso para realizarlo únicamente en bandas en las que no se perjudique a terceros. De modo que se interrumpe la transmisión y si el alumno está recibiendo algún sonido a través del dispositivo, se convertirá de forma automática en un pitido muy molesto.
En cuanto a la tercera vía empleada, será el uso de inhibidores de frecuencia con el objetivo de que no funcione ningún elemento electrónico. Así, mediante la instalación de un aparato en el aula, cualquier transmisión se redireccionará al mismo en lugar de salir o entrar en los terminales de los alumnos, por lo que éstos quedarían sin señal.
Desde la Universidad reiteran que “todos los aparatos deberán estar completamente desconectados” durante la realización de las pruebas de evaluación; y aseguran que los profesores “advertirán a los alumnos que desconecten los aparatos antes de iniciar su celebración y los mantengan apagados hasta que abandonen el aula”, con el fin de evitar confusiones o situaciones perjudiciales para el alumnado por motivos de desconocimiento. Y es que, tal y como comenta Belén Sáiz,
“en caso de que se incumpla esta obligación, el examen de aquel que la haya incumplido merecerá la calificación numérica de cero, contará convocatoria y se levantará acta de la incidencia”.
Sanciones y excepciones
En un principio, aquellos alumnos que sean cazados utilizando cualquier dispositivo electrónico, a pesar de estar inhibidas sus funciones, ya sea para copiar o por descuido, será suspendido automáticamente y deberá presentarse a examen en la próxima convocatoria. Sanción que también recibirán aquellos que sean cazados copiando por los métodos tradicionales (chuletas, cambio de folios, preguntar al compañero, etc.)
En caso de que algún alumno incurriese de manera reiterada en esta conducta, prohibida y castigada, o “sean cómplices en la distribución de los dispositivos electrónicos”, se les abrirá un expediente disciplinario por falta grave. En este sentido, podrían enfrentarse a una sanción e incluso “a la expulsión de la Universidad de Almería y del Distrito Único Andaluz», al margen de las «eventuales responsabilidades penales que pudieran derivarse de su comportamiento». Y es que con estas medidas se quiere acabar, no solo con los alumnos que utilizan estas prácticas, sino también con las “mafias organizadas” que promueven estos métodos para hacer trampas, incluso desde academias de formación.
En cuanto a las excepciones, por las que Aula Magna le ha preguntado a la inspectora Belén Sáiz, en el caso de que cualquier alumno necesitase mantener encendido su teléfono móvil u otros dispositivos electrónicos (audífonos, marcapasos, etc.) por temas familiares, de salud, trabajo o por otros motivos justificados, Sáiz afirma que “si son motivos de peso lo ideal es que el alumno se lo comunique a su profesor previo a la realización del examen” pues “dado que es una Universidad pequeña, en principio no habría problema en cambiarle el examen de día”. Así, en los casos excepcionales que pudieran surgir, los alumnos podrían realizar la prueba sin problemas. Además, asegura que los inhibidores no afectan a aparatos como los marcapasos, pero si algún afectado no se siente dubitativo al respecto, puede comentar su situación para realizar el examen aparte.
La opinión de la comunidad UAL
Este problema es algo que afecta a toda la comunidad universitaria, desde alumnos a profesores, pasando por asociaciones y otros servicios de la UAL. Por esta razón lo adecuado sería conocer su opinión al respecto de la situación y de las medidas tomadas.
De este modo para Raquel Sánchez, profesora de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales, le parecen “razonables las medidas propuestas si con ello se consiguen evitar algunas prácticas fraudulentas de copia en exámenes que se han venido detectando en algunos casos hasta el momento”. Valoración a la que se suma el profesor Antonio Becerra al afirmar que “cualquier medida que se tome en este sentido, desde mi punto de vista será muy bien recibida”. Pues “como docente, me preocupa, y mucho, que existan las copias masivas de exámenes”, y añade que,
«es muy significativo que hayan sido los propios estudiantes quiénes han puesto en conocimiento de la inspección de servicios estos hechos”.
“Todos los profesores somos conscientes de que los avances de todo tipo de dispositivos era cada vez más difícil de controlar”, comenta Loreto Cantón, profesora y máxima responsable del Centro de Lenguas de la UAL, a la par que añade que “es tal el avance de este tipo de instrumentos, son tan minúsculos que es imposible de controlar en determinadas asignaturas”. Por esta razón considera que las medidas tomadas “dentro siempre de la legalidad” han sido bien aceptadas. De hecho, comenta, “en el Centro de Lenguas tomamos algunas medidas que vienen dadas para, por ejemplo, en los exámenes del instituto Cervantes los móviles se entregan antes de hacer la prueba”.
En este sentido, entre los docentes las medidas han sido muy bien acogidas, aunque también hay ciertas dudas y reticencias en un pequeño sector del profesorado al asegurar que la repercusión de la noticia se ha mediatizado demasiado y consideran que, lo mejor en estos casos, habría sido cazar a los infractores sin divulgar la realización de los controles aleatorios. De manera que, una vez cometido el ‘delito de copiar’, se les hubiese castigado y “puesto en la picota”, lo que habría dado ejemplo de que la Universidad siempre está vigilante y, posiblemente, los sancionados habrían colaborado a la hora de indicar qué academias o mafias son las que promueven esas técnicas. Incluso, en lo referente a los controles en las aulas, hay profesores que consideran que la visita de los técnicos podría influir en el rendimiento de los alumnos de cara al examen, por lo que, salvo mandato directo del Rector, se oponen a que nadie ajeno al examen de la asignatura entre en la clase durante el periodo de la prueba.
Por otra parte, tras preguntar al Consejo de Estudiantes de la UAL al respecto, sus integrantes comentan que
“es positivo que se regulen las consecuencias de copiar exámenes, ya que hasta ahora tan sólo había un reglamento de 1954 que era muy estricto y recogía como faltas graves por ejemplo ir contra la moral católica”.
Sin embargo, creen excesivo el hecho de contar con apoyo de la Subdelegación del Gobierno y de la Policía para llevar a cabo controles e inspecciones. Desde su punto de vista, “basta con que haya profesores que estén vigilando a los estudiantes que se examinan” pues desde que se reparte el examen da comienzo el mismo y “deberían vigilar que no le saquen fotos para ser enviados, o que nadie pueda salir del aula hasta transcurridos diez minutos”, tal y como marca el Reglamento de Evaluación.
“Si en cada aula hubiese varios profesores vigilando a quienes realizan los exámenes nadie copiaría” afirman ya que quienes copian mediante pinganillos y relojes “es una gran minoría” y aquellos que usan otros métodos más tradicionales “escaparían a los controles con inhibidores”. Valoraciones al respecto por parte del CEUAL en las que, con sus pros y sus contras, consideran “muy positivo que se haya regulado algo tan fundamental”.
Algo que, al igual que ha aceptado y agradecido el principal órgano de representación estudiantil, también lo han hecho los alumnos. Como María del Mar Fernández, estudiante de empresariales, quien considera que “es muy importante que controlen quien se copia y quien no para que todos tengamos las mismas oportunidades”.
En definitiva, con estas medidas puestas en marcha en este periodo de exámenes, la Universidad de Almería trata de impedir que los tramposos que utilizan la tecnología para copiar se salgan con la suya. Pues desde la institución no pueden tolerar que la mayor parte de alumnos superen sus asignaturas con esfuerzo y trabajo, y haya unos pocos que quieran utilizar prácticas fraudulentas e ilegales para obtener un título sin apenas esfuerzo y, lo que es peor, sin ninguna preparación o conocimiento para ejercer en el mercado laboral.
Por ello, desde el departamento de Inspección de Servicios invitan a toda la comunidad universitaria a “involucrarse en la erradicación de estas prácticas tan dañinas” para los estudiantes y la institución; y piden que se ponga en conocimiento de la autoridad académica “cualquier hecho que pueda resultar útil para detectar estas conductas así como a sus responsables” al mismo tiempo que aseguran que, cualquier información o denuncia realizada al respecto será “totalmente anónima”.