Con el fin de dar respuesta desde la ciencia a los efectos del confinamiento vivido por la pandemia provocada por el Covid-19, tanto psicológicos como sociales, y la huella que haya podido dejar en familias, niños y adolescentes; la Universidad de Almería ha realizado esta semana una jornada virtual desarrollada por la Facultad de Psicología. Una propuesta enmarcada en el programa de Divulgación y Transferencia de Conocimiento que está llevando a cabo este curso desde la Facultad con la que, como explicaba su decana, Encarna Carmona, se ha buscado “poner un poco en relevancia en los aspectos psicológicos y sociales que esta pandemia está dejando por el camino”.
En este sentido, subraya Carmona, “todas las crisis tienen una inmensa oportunidad y la UAL reaccionó de forma rápida”. Y es que, añade, “los investigadores, en sus diferentes ámbitos, se han dedicado a estudiar los efectos de la pandemia”. Así, una de estas investigaciones, sobre los efectos del confinamiento, es la llevada a cabo por Inmaculada Gómez Becerra y Pilar Sánchez, profesoras de la UAL cuyos resultados se han visto en la mesa redonda organizada en el marco de esta jornada.
Asimismo, con anterioridad a la presentación de los datos obtenidos por la institución almeriense y como acto central, tuvo lugar la conferencia titulada ‘¿Qué efectos psicológicos ha tenido la pandemia en los niños y adolescentes? Evidencias desde la ciencia’ impartida por Mireia Orgiles Amorós, catedrática de la Universidad Miguel Hernández y consultora en la unidad de Terapia de conducta infantil. En ella, Orgiles ha desgranado los resultados de un estudio en el que ha participado con el objetivo de “responder si la pandemia ha afectado emocional y conductualmente a los niños y familias, por qué y qué podemos aprender”. En este sentido, ha explicado que “las medidas restrictivas de España fueron de las más duras a nivel europeo y había que ver si había que tomar medidas para proteger la salud emocional de los niños y adolescentes”.
Análisis de los efectos del confinamiento
El estudio sobre los efectos del confinamiento se llevó a cabo con niños y adolescentes de 3 a 18 años con la intención de dar luz a los síntomas emocionales y conductuales que experimentaban, cómo afrontaba cada niño la situación, los hábitos que tenían durante el confinamiento, el uso de pantallas, la presencia de actividad física, el estrés en los padres y el clima familiar o cómo les afectaba las características de la vivienda, etc. “para entender qué perfil de niños iba a ser el más perjudicado”.
Participaron 1.143 padres de 94 ciudades italianas y 87 españolas. Los resultados arrojaron que 8 de cada 10 niños tenía síntomas, el más común era dificultad de concentración (77 por ciento); seguido de aburrimiento (52 por ciento); irritabilidad e inquietud (39 por ciento); preocupación y discusión familiar (30 por ciento)y dependencia de los padres y ansiedad (28 por ciento). En cuanto a las diferencias experimentadas según la edad, los niños y niñas de preescolar estaban más nerviosos, inquietos, más dependientes de sus padres y presentaron más problemas de conducta (rabietas). Por su parte, los escolares tuvieron más dificultades para concentrarse y más discusiones con la familia; mientras que los adolescentes estaban más preocupados por la infección. Además, el estudio sobre los efectos del confinamiento también contempla otros aspectos como por el ejemplo el uso de pantallas, estando más de 90 minutos el 73 por ciento (un 15 por ciento antes del confinamiento), un dato que el estudio relacionó con un descenso en la actividad física.
Así pues, tras la ponencia de Mireia Orgiles, se celebró una mesa redonda que ha contado con la colaboración de Mari Carmen Fernández, jefa del Servicio Provincial de Servicio Sociales Comunitarios de la Diputación de Almería, y la participación Francisco Vicente Ariza, coordinador de Cruz Roja-Almería. En ella se ha expuesto el trabajo ‘Efecto del confinamiento en la infancia y la familia ante la crisis del Covid-19’, de Pilar Sánchez e Inmaculada Gómez Becerra.
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