Las Universidades se preocupan de su imagen exterior trabajando por mantenerse tanto en los rankings internacionales como aumentando el número de convenios para traer docentes, investigadores y estudiantes de todo el mundo que puedan alabar posteriormente la formación que se imparte en sus aulas. Una imagen exterior muy bien cuidada a través de responsables de Relaciones Internacionales que viajan por todo el mundo presentando sus instituciones.
Pero ¿qué pasa cuando esa imagen está dañada desde dentro? La palabra “universidad” aparece más que nunca en los medios de comunicación y no es para hablar bien de ella. El caso Cifuentes ha dañado el prestigio de una de las universidades públicas más conocidas de la comunidad madrileña. Sus siglas están devaluándose por momentos, y con ellas los títulos que emite. Catedráticos e investigadores ven peligrar su reputación por la caída en desgracia del nombre de la Universidad, arrastrado por un caso que parece que solo saca a la luz documentos fácilmente refutables.
El origen de todo se halla en la falta de autonomía de las propias universidades. Si bien esta está protegida por legislación, la realidad se transforma en un sinfín de “ayudas” y facilidades que aparecen a cambio de otros favores. Una realidad que se controla desde el exterior. Ahora más que nunca hay que mostrar la independencia de las instituciones académicas y, aunque nunca se aprende por experiencia ajena, todas las universidades deben tomar buena nota de lo acecido en el último mes.
La trayectoria de años de trabajo se puede venir abajo por la falta de coherencia en el trato cualquier miembro de la comunidad universitaria. Bajo el principio de igualdad y meritocracia deben regirse todos los actos, no solo para defender la propia imagen exterior si no para revalidar la condición de independencia de la que tanto se alardea.
Tomen nota pues todas las universidades, la imagen hay que cuidarla si no se quiere que un traspiés hunda el trabajo de miles de personas, dejando las posibles medidas que intenten aliviar los hechos en parches tardíos con poca credibilidad. La falta de una imagen (una foto de un TFM por ejemplo) puede valer más que mil palabras.