Los recuerdos forman parte de nuestra vida y componen aquello que somos. El Alzheimer acaba con ellos poco a poco y toda investigación que arroje un poco de luz sobre esta enfermedad es a la vez que un triunfo para la ciencia un triunfo para toda la sociedad.
Desde la Universidad de Málaga un pequeño grupo de investigadores trabaja diariamente por aclarar qué sucede en el cerebro para que el Alzheimer ataque los recuerdos. Liderados por la catedrática Antonia Gutiérrez, el grupo NeuroAD trabaja en el estudio de una región específica del hipocampo donde unas células macrófagas no cumplen la actividad prevista. Del seguimiento de estas células se ocupa Elisabeth Sánchez, una joven investigadora que ha sido galardonada con el “Premio Joven investigador IBERNED”,reconociendo así no solo el trabajo detrás de su Tesis Doctoral, sino la labor diaria de su grupo de investigación.
Con tan solo 34 años, Elisabeth Sánchez ya ha mostrado su valía en el campo de la investigación, aportando un gran avance en los estudios sobre el Alzheimer . “Yo firmo en primer lugar porque los resultados obtenidos forman parte de mis investigaciones previas a la Tesis, pero se trata de un trabajo realizado por todo el equipo durante más de cuatro años”.
El premio reconocido a Elisabeth Sánchez duplica su labor al conocer las condiciones de su grupo de investigación, pues NeuroAD es el único representante malagueño en CIBERNED. Las investigaciones que realizan se de forma conjunta con el equipo liderado por Javier Vitorica, de la Universidad de Sevilla, quienes investigan paralelamente los resultados desde el aspecto molecular. Dos grupos pequeños que compiten contra los grandes centros de investigación de Madrid y Barcelona, mostrando como desde universidades más pequeñas el talento consigue alcanzar metas muy altas.
“Se trata de un premio muy motivador pues son muchas horas bajo un microscopio y en el laboratorio, lo que a veces produce desesperanza cuando trabajas y ves que algunas cosas no salen” expone la doctora Sánchez, subrayando que “luego está la satisfacción de ver que, aunque sean cosas pequeñas, tienen repercusión en revistas y además son premiadas reconociendo no solo tu trabajo sino el de todo un equipo”.
Una región apagada
La investigación que ha valido el Premio Joven Investigador CIBERNED expone la función de unas células macrófagas en una de las regiones del hipocampo destinadas a salvaguardar los recuerdos.
En concreto el trabajo premiado se ha centrado en la respuesta inflamatoria de células del cerebro que macrófagas que deberían “limpiar” la degeneración que se produce al inicio del Alzheimer. En esa región en concreto estos macrófagos del cerebro lejos de estar activos y lejos de enfrentar la patología, que es lo que se pensaba que hacían hasta ahora, están disfuncionales no produciéndose una respuesta en el sistema inmune.
“Nosotros hemos visto que no, que al menos en la región estudiada esas células no es que no se activen ni produzcan sustancias, es que están muriéndose” señala Elisabeth Sánchez. Se trata así de un gran paso para entender la enfermedad, pues no se sabe por qué se produce pero sí significa un avance para entender sus diferentes etapas y buscar una solución a este primer problema, que primeramente se pensaba que no se producía.
El descubrimiento se ha realizado sobre ratones transgénicos, los cuales ahora podrán ser modificados para estudiar la enfermedad desde un modelo más similar al cerebro humano sin tener que esperar al fallecimiento de la persona.
La importancia de los ratones transgénicos
El estudio encabezado por Elisabeth Sánchez y el equipo dirigido por Antonia Gutiérrez tiene además unos participantes muy pequeños que realizan una gran labor. Como en todo laboratorio que trabaje en la búsqueda de respuestas aplicables a los seres humanos, las investigaciones de NeuroAD (dentro de CIBERNED) trabajan con ratones transgénicos. Estos pequeños servidores de la ciencia están mutados genéticamente para simular las dolencias y estados humanos, lo que permite observar las patologías en sus distintas etapas.
“A día de hoy los ratones transgénicos con la única herramienta real que tenemos para estudiar la enfermedad, pues no se puede abrir a un paciente”, señala Sánchez. “Solo vemos al paciente cuando ha fallecido, y entonces el daño ya está hecho, por eso usamos los ratones”. Tal como explica esta joven investigadora, gracias al uso de los roedores se ha avanzado en el conocimiento de múltiples enfermedades creando “un modelo un poco más similar a lo que se produce en el cerebro humano”. En los ratones la enfermedad se ha curado ya varias veces, y los avances vienen por ir conociendo qué se produce en el cerebro humano y llevarlo a un modelo con el cerebro del roedor, convirtiéndose así el ratón transgénico en “lo más valioso que tenemos para estudiar esta enfermedad y para poder contar con una cura para los humanos en el futuro”.