El investigador de la Universidad de Jaén, Ángel Gaspar González, diseña un nuevo modelo de respirador artificial que destaca por su versatilidad y por ofrecer mayores posibilidades de control frente a los modelos convencionales. El experto destaca como características principales que este nuevo diseño permite modificar la frecuencia respiratoria del dispositivo para adaptarse a la frecuencia del paciente, así como permite que el facultativo modifique la concentración de oxígeno en función del nivel de saturación del paciente.
Ángel Gaspar es profesor del Departamento de Ingeniería Electrónica y Automática, y explica que el proyecto surgió para paliar la carencia de ventiladores ciclados en las Unidades de Cuidados Intensivos de los hospitales. En el proceso científico de creación del respirador artificial destaca la colaboración del ingeniero egresado de la UJA, Jorge Vadillo, al que dirigió en su TFG y que actualmente trabaja en el ámbito de la Electromedicina dentro del Complejo Hospitalario de Jaén, revisando, reparando y manteniendo respiradores comerciales.
En comparación con otros ventiladores que ya han sido fabricados y homologados, el diseñado por el investigador de la UJA permite mayores posibilidades de control. “Por ejemplo, el modelo que ya ha sido fabricado por una empresa de automoción es una adaptación de los equipos portátiles que se utilizan en las unidades móviles”, explica. “No tiene regulación de la concentración de oxígeno, del volumen de aire insuflado (volumen tidal) ni de la relación entre inspiración y expiración, está basado en componentes plásticos rotativos que pueden dar problemas de desgaste y fatiga con el paso del tiempo”, añade el experto. “Existe otro modelo, desarrollado en la Universidad de Málaga, que sí permite modificar esta última relación, además, al igual que el modelo propuesto, no utiliza motores, sino electroválvulas, cuyo funcionamiento en ámbitos industriales está más que probado durante vidas útiles de varios años sin fallos”.
El investigador subraya que, una vez testado, el siguiente paso es poder homologar este nuevo modelo, o bien poner este conocimiento al servicio de la sociedad con el objetivo de que alguna empresa con capacidad industrial pueda conseguir su homologación, comercialización y venta a un precio más asequible para las unidades hospitalarias. En este sentido, el experto explica que en ciertos sectores como el de los fitosanitarios, medicamentos o equipamiento médico, son necesarios un gran número de ensayos y tests antes de poder comercializar el producto. “Este proceso es costoso y largo, accesible a muy pocas firmas, que además se benefician de que pequeños investigadores o productores no puedan acceder al estado final de comercialización”, sostiene. De esta manera, indica el investigador, se establece un oligopolio en el que las leyes de oferta y demanda están un poco desvirtualizadas. Y matiza al respecto que técnicamente estos equipos no son complejos, y sin embargo su precio es muy elevado, “y aún más en los primeros estados de la pandemia en el que han confluido una fuerte demanda internacional, una producción limitada y una presión popular por su adquisición”, concluye. :