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9 diciembre, 2024
Nacional

Investigadores de UPV/EHU descubren una nueva especie bacteriana

Un grupo de investigación de la UPV/EHU ha descubierto una nueva especie de microorganismo en el Valle Salado de Añana, en la provincia de Álava. El descubrimiento de esa bacteria, que se ha nombrado como Altererythrobacter muriae’ (SALINAS58), demuestra la biodiversidad existente en la zona y el valor ecológico que tienen las salinas.

La zona del Valle Salado de Añana es un yacimiento muy importante de biodiversidad. En especial, en las especies que están presentes en el agua. Los análisis realizados por el grupo de investigación MikroIker, de la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea, han aportado información sobre la existencia de una nueva especie única en ese entorno no replicado en ningún otro lugar. “Los estudios poblacionales microbianos realizados durante los últimos años en el Valle Salado de Añana nos están permitiendo conocer la evolución y la relación entre las especies detectadas en ese ambiente. Hemos observado cómo existe la posibilidad de estar ante algunas nuevas especies bacterianas no descritas anteriormente que sean únicas de ese ecosistema, lo que cerciora la biodiversidad exclusiva del lugar aumentando su valor ecológico”, explica Ilargi Martinez-Ballesteros.

Ejemplo de ello es la nueva especie bacteriana aislada en el agua del manantial de Santa Engracia, a la que se ha nombrado ‘Altererythrobacter muriae’ (SALINAS58), y que, por el momento, solo ha sido identificada en ese lugar. Las conclusiones de la investigación llevada a cabo por el grupo MikroIker han sido publicadas en el ‘International Journal of Systematic and Evolutionary Microbiology’ bajo el título ‘Altererythrobacter muriae sp. nov., isolated from hypersaline Añana Salt Valley spring water, a continental thalassohaline-type solar saltern’.

El Valle Salado de Añana se emplaza sobre una gran burbuja de sal que procede de la desecación de un antiguo mar de hace 200 millones de años. El agua dulce de lluvia atraviesa las capas más profundas de halita o sal gema (NaCl) disolviéndola y aflora en forma de manantiales hipersalinos, ofreciendo así hábitat a una gran diversidad de microorganismos halófilos y halotolerantes.

Los ambientes hipersalinos se consideran ambientes metabólicamente extremos y son habitados por un grupo diverso de microorganismos con capacidad para sobrevivir en condiciones variables de NaCl (2-30 %), denominados halófilos. Existe una amplia variedad de halófilos (pertenecientes a los tres dominios principales de la vida, Archaea, Bacteria y Eukarya), que transforman una amplia gama de sustratos en los hábitats hipersalinos. Además, los distintos mecanismos de haloadaptación desarrollados por los microorganismos en esas condiciones extremas, han derivado en la producción de compuestos útiles para la supervivencia microbiana que, a su vez, han resultado ser de gran interés en los ámbitos de la biomedicina, la biorremediación o la industria alimentaria. “Los microorganismos son indispensables en el mantenimiento de la biosfera, ya que regulan los ciclos biogeoquímicos de los principales elementos, participan en los procesos de descomposición de materia orgánica, favorecen el ciclaje de nutrientes, y degradan compuestos contaminantes, procesos indispensables en el mantenimiento de los ecosistemas”, señala Ilargi Martinez-Ballesteros.

Dada la importancia de generar conocimiento sobre la diversidad microbiana en ambientes extremos, como es el Valle Salado de Añana, es importante estudiar la composición de las comunidades procariotas (bacterias y arqueas) de ese ambiente natural, como son los manantiales salinos sitos en distintos puntos del valle, los cuales suponen la fuente de abastecimiento del proceso de obtención de sal, así como de afluentes salobres que emanan en otros puntos del valle. “Esto permitirá generar conocimiento básico sobre las poblaciones microbianas allí presentes, sus patrones de distribución y su potencial uso biotecnológico en beneficio de la salud tanto humana como medioambiental. Los métodos de análisis microbiológicos convencionales y quimiotaxonómicos o la genómica comparativa han permitido ya el reconocimiento de tipos interesantes y numéricamente importantes de halófilos y halotolerantes”, concluye Ilargi Martinez-Ballesteros.

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