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29 marzo, 2024
AndalucíaUniversidad Almería

Investigadores UAL descubren las claves de la producción del compost

Investigadores UAL descubren las claves de la producción del compost

El grupo de investigación ‘Desarrollo de técnicas microbiológicas para la mejora de suelos de interés agrícola’ de la Universidad de Almería ha identificado el conjunto de bacterias y hongos que intervienen en la producción del compost mediante la degradación de la materia orgánica. Un paso que facilita la búsqueda de indicadores que evalúen los diferentes procesos de compostaje a escala industrial y, de esta forma, predecir la idoneidad del producto para su comercialización.

El material que se puede convertir en compost muestra una enorme variabilidad. Abarca desde restos vegetales hasta residuos sólidos urbanos, lodos procedentes de la depuración de aguas residuales, o cualquier otro residuo orgánico de la industria agroalimentaria. “Los avances en metagenómica (obtener el ADN de la globalidad de microorganismos de una comunidad) permiten constatar la complejidad de predecir la calidad de ese abono; los tipos de microbios pueden ser casi exclusivos de cada proceso, por lo que el análisis genético indica cuáles son los implicados en cada uno de ellos”, señala Francisca Suárez, investigadora de la institución almeriense y coautora del estudio ‘Uncovering new indicators to predict stability, maturity and biodiversity of compost on an industrial scale’, publicado en la revista Bioresource Technology.

Cómo se realiza la producción del compost

El trabajo sobre las claves de la producción del compost publicado se basa en el estudio de 15 procesos de compostaje a escala industrial, teniendo en cuenta la diversidad de las materias primas originales. Aunque los expertos de la UAL analizaron múltiples parámetros de naturaleza físico-química y biológica relacionados con el ciclo del carbono y el nitrógeno, destaca en este trabajo el análisis metagenómico de los productos obtenidos a partir de los procesos evaluados, así como la búsqueda de diversos indicadores de biodiversidad.

Así, los investigadores afirman que, probablemente, menos del 2% de los microorganismos que habitan una pila de compost son cultivables. Es decir, que se comprueba su presencia en laboratorio, lo que dificulta el conocimiento de cuáles son y cómo estos agentes están implicados en el proceso. “Hay muchos más microorganismos en una pila de compost que los detectables en laboratorio y, mediante los estudios metagenómicos, que secuencian todo el material genético que existe en un sustrato, los conocemos, aunque sin saber todavía con detalle qué papel juega cada uno de ellos en el proceso”, afirma la experta.

Aunque la norma es la falta de homogeneidad de los procesos de compostaje a escala industrial, las investigaciones realizadas por el grupo almeriense sobre la producción del compost constatan que se obtienen productos que cumplen con los estándares requeridos. Este hecho deriva de la capacidad de adaptación de los distintos grupos de microorganismos. “Actores distintos (microorganismos y residuos orgánicos) y rutas distintas (metabolismo y factores ambientales), pueden dar lugar a compost que cumplen con los estándares de calidad, pues hongos y bacterias se van adaptando a las condiciones que se encuentran para, a la postre, alcanzar el mismo objetivo”, informa la científica para explicar ese resultado común desde puntos de partida tan divergentes.

Validez de los compost

Después de cuatro años de trabajo, el éxito de los resultados obtenidos ha superado las expectativas del grupo, según Suárez. “Ahora pretendemos ejecutar estudios de diversidad funcional más específicos, que ayudarán a predecir la validez de los compost desde un punto agronómico”, destaca la científica.

Destacar que el estudio de este grupo de investigación, dirigido durante casi tres décadas por el Catedrático de Microbiología Joaquín Moreno y, actualmente, por la Investigadora Mª José López, ha recibido financiación del Ministerio de Ciencia e Innovación. En él han colaborado el grupo de investigación Aplicada en Agroquímica y Medio Ambiente de la Universidad ‘Miguel Hernández’, de Alicante; y la Universidade do Porto, en Portugal.


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