Los espacios verdes ofrecen la oportunidad de descansar en medio de la urbe. Dentro de los proyectos del Vicerrectorado de Smart Campus de la UMA, hoy se ha inaugurado la primera isla verde del campus de Teatinos.
Entre el edificio de las Facultades de Comunicación y Turismo y el Aulario Isabel Oyarzábal, la «isla» de descanso se compone de tres espacios. La primera zona, ligada a la cafetería de la Facultad; un espacio medio de descanso y con mobiliario exterior y, finalmente, una senda en la parte posterior del edificio. Esta última, además de dotar de una zona de vegetación y paseo ha mejorado los accesos y zonas de seguridad del edificio universitario.
La inauguración de la isla verde y la senda ha contado con la presencia del rector de la UMA, José Ángel Narváez; la vicerrectora de Smart Campus, Raquel Barco, así como los decanos de las Facultades de Comunicación y Turismo y muchos otros miembros de la comunidad universitaria. Para hacer realidad este proyecto, iniciado a principios de 2017, se han invertido un total de 283.000 euros.
La primera isla verde de Teatinos
Esta primera isla verde forma parte del proyecto de mejora del campus en materia de sostenibilidad, accesibilidad y creación de un modelo de universidad colaborativo e integrativo. Así lo ha señalado José Ángel Narváez, quien ha recalcado como «estamos inaugurando un modelo de universidad que cuenta con la participación y colaboración de todos». Un espacio donde la investigación tendrá su hueco, «queremos que todo el campus sea un urban lab», dotando de los recursos y zonas que faciliten la interacción entre toda la comunidad académica.
Actualmente están en desarrollo otras cuatro islas verdes, junto a otras cuatro en proyecto, que se distribuirán por diferentes zonas del campus de Teatinos. Como ha expuesto Raquel Barco «buscamos crear zonas que integren la vegetación, accesibles, sostenibles, dinámicas y donde participen toda la comunidad universitaria».
Para hacerlo realidad, las islas verdes se proyectan a través de un programa por el cual los estudiantes son los principales protagonistas. Así, estos envían sus proyectos para las futuras zonas verdes, que tras una elección por parte del equipo del Vicerrectorado de Smart Campus, pasan a un coworking en el Rayo Verde. Allí, en grupos multidisciplinares y apoyados por docentes se configura un proyecto único que dote de respuestas a las zonas inutilizadas con vistas a la creación de las futuras islas verdes. De este modo, en palabras de Barco «el objetivo es reproducir en todas las zonas del campus estas islas verdes, contando con los estudiantes a través de un programa de diseño abierto a todas las titulaciones».
Han sido un grupo de alumnos y docentes del primer proyecto de islas verdes los que han mostrado las placas que informa de la inauguración. Como primer espacio verde, la isla de las Facultades de Comunicación y Turismo, ha contado con el trabajo de estudiantes de diferentes grados, aunque con especial relevancia de Ingeniería Industrial, que han diseñado las zonas, los muebles e incluso la iluminación.
En busca de la huella perdida
A los espacios de descanso también se suma la posibilidad de estudiar o compartir experiencias. Así lo señala Andrea Jiménez, estudiante de primero de Turismo «me parece bastante bien contar con estos espacios, porque en las horas libres te entran ganas de estar aquí, con el sol y siempre hay buen ambiente». En esta línea también se sitúa una compañera de estudios, que señala que «es una buena idea, porque incluso gente de otras facultades viene a pasar el rato, ya que se está muy a gusto».
Dentro del proyecto de islas verdes, la vicerrectora de Smart Campus ha anunciado que «hay una huella escondida, es un elemento que vamos a poner en todas las zonas verdes que se creen y animo a todos a buscarla». Esta huella puede estar ubicada en los más de 2500 metros cuadrados que se reparten entre las tres zonas inauguradas.
Ciencia para la fotoprotección
«En una ciudad con 360 días de sol, saber controlar la incidencia del mismo es muy importante» ha señalado José Aguilera, creador junto a Enrique Herrera del proyecto. El UVI-lisco está situado a la entrada de la isla verde de las Facultades de Comunicación y Turismo. Consiste en una barra de metal que proyecta su sombra sobre unas circunferencias de diferentes colores. Según donde llegue la línea de la sombra se establece cómo de fuerte y peligrosa es la incidencia del sol en ese momento.
Siguiendo los colores de alerta:
- Las zonas azules indican un riesgo bajo, de índice ultravioleta 1-2.
- Las zonas verdes indican un riesgo moderado, de índice ultravioleta 3-4-5.
- Las zonas amarillas indican un riesgo alto, de índice ultravioleta 6-7.
- Las zonas rojas indican un riesgo muy alto, de índice ultravioleta 8-9.
En palabras de Aguilera «es una herramienta muy sencilla que busca informar sobre el daño que puede hacer el sol«. De este modo, dentro de los trabajos de transferencia del conocimiento, el UVI-lisco dota a la ciudadanía de un método fácil y accesible para sensibilizar sobre la fotoprotección y la incidencia del cáncer de piel.