El flamenco, como componente de la “pasión” prototipo de lo español, es una de las expresiones artísticas más apreciadas en todo el mundo. Se liga frecuentemente a la región de Andalucía, donde trabajamos el grupo de Entrenamiento Cognitivo, liderado por Emilio Gómez y perteneciente a la Universidad de Granada. El objetivo de la investigación dada a conocer en este medio el pasado 09.01.2015 es explorar este fenómeno cultural a través del estudio de sus expertos, conjugando así nuestra curiosidad como científicos con la identidad como andaluces.

Partimos de la definicion del “duende” flamenco cómo la experiencia subjetiva de la emoción que se transmite al que lo ve, o que siente el que ejecuta, los pasos, letras o música que pertenecen al género del flamenco. Desde la psicología, que trata de conocer por qué razón sentimos de la forma en que lo hacemos, hemos estudiado el “duende” analizando la relación entre los posibles factores que influyen en la acción de bailar: la técnica que tienen las bailarinas, cuantificada en sus calificaciones en sus estudios de danza; la empatía, medida a través del test TECA; la termografía, que nos aporta el dato fisiológico del cambio de temperatura recogido por en las ondas infrarrojas reflejadas por la piel; la activación de áreas cerebrales específicas, que hemos obtenido realizándoles una resonancia magnética mientras veían movimientos de flamenco; y el “duende” que expresan las bailaoras, que ha sido valorado por otras expertas. Sometiendo a las bailaoras a diferentes movimientos, ligados al flamenco, a otra danza o al deporte, podemos saber cómo su cerebro y su cuerpo trabajan en cada uno de esos momentos.
Los resultados nos han mostrado que las bailaoras reflejan en algunas partes de su cuerpo, incluido el cerebro, su sentimiento cuando bailan flamenco; el descenso de la temperatura de los glúteos y el aumento en los antebrazos (una media aproximada de 2ºC) se relaciona con la alta empatía de las bailaoras para percibir las emociones negativas de los demás, y a su vez con un mayor “duende”. Por otra parte el “duende” no parece relacionarse con la técnica, es decir, no porque se baile mejor necesariamente se tiene más “duende”. Por último, una de las áreas cerebrales características del bailaor cuando ve flamenco es la ínsula, responsable de la regulación de la temperatura corporal y la percepción del miedo, algo que complementa al resto de resultados obtenidos. En resumen, estos datos nos ofrecen una información clara: cuando los expertos en flamenco se refieren a que el “duende” es algo que no se puede explicar, como indicara García Lorca, algo de razón tienen, ya que es, cuanto menos, bastante complejo.
Lo más importante es que estos patrones parecen ser algo específico para el flamenco. Esta especificidad nos permite conocer las claves de por qué las personas disfrutamos del flamenco como lo hacemos. Este conocimiento es útil no sólo para la psicología, sino también para ayudar a los artistas a hacernos disfrutar más con una de nuestras pasiones.