Desde que nacemos una palabra está muy presente en nuestra infancia y adolescencia: educación. Ya sea la parte cognitiva, formada en colegios, institutos y universidades, o la parte conductual, la cual corre a cargo de nuestros padres.
A raíz de la crisis financiera, cada vez más institutos imparten la asignatura Educación Financiera como optativa, junto a otras cómo Ética o Religión, con el objetivo de frenar la tendencia de nuestros jóvenes a endeudarse.
¿Qué es la educación financiera?
Hemos sido criados en el 2000, época en la que nuestros padres utilizaban la tarjeta de crédito la mayoría de las veces, y el hecho de ir al banco por un crédito para irte de vacaciones era algo normal.
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El objetivo de la educación financiera es que un individuo llegue a entender cómo funciona el flujo monetario en el mundo, proporcionándole habilidades y conocimientos para una toma de decisiones eficaz. Decisiones que van desde sus compras diarias hasta sus inversiones en la bolsa de valores o productos financieros de ahorro, o planes de pensiones.
La educación financiera no te forma para que seas capaz de generar ahorro o dinero, el foco central de esta materia reside en que el individuo durante su vida sea capaz de generar un patrimonio (compra de viviendas, solares, empresas) sin tener que endeudarse en demasía.
La falta de información de cómo realizar un plan de ahorro o inversión, de cómo funciona el Euribor, y del funcionamiento de los derivados financieros, puede ocasionar que un individuo acepte inversiones no idóneas acorde a su perfil. Un plan financiero viable debe verse como un proceso dinámico acorde a cada tipo de persona, en el que gestiona tus ahorros e inversiones de una manera sana.
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