La Universidad de Málaga suma un nuevo proyecto a la plataforma de micromecenazgo Goteo. Se trata de la app para el tratamiento del Dolor Pélvico Crónico (DPC) ‘MOHEDO’, un proyecto impulsado por la profesora del Departamento de Fisioterapia Esther Díaz Mohedo.
En concreto, el proyecto liderado por Díaz Mohedo necesita 4.500 euros de forma inicial. Con esta cuantía, que se pretende recaudar a través del apoyo de particulares se comenzará el desarrollo de la aplicación móvil, con vistas a alcanzar unos 14.490 euros, que permitirían su completa realización.
Tal y como ha señalado la investigadora malagueña, “nuestro objetivo es desarrollar una aplicación terapéutica de uso público gratuito, diseñada para móviles iOS y Android y basada en técnicas de Imaginería Motora Graduada, a disposición de pacientes y profesionales de la salud”. Cabe destacar que, según afirma Díaz Mohedo, el 20% de la población, con una mayor incidencia en las mujeres, sufre esta dolencia.
El proyecto de financiación por micromecenazgo cuenta además con la colaboración de investigadores de otras universidades andaluzas como Carmen Suárez y Esther Medrano, de la US, y Fidel Hita, de la UJA; además de profesionales de la Salud como la fisioterapeuta del Hospital Xanit de Benalmádena, Elena Molina. :
¿Qué es el dolor pélvico crónico?
El dolor pélvico crónico se define como el dolor persistente percibido en estructuras relacionadas con la pelvis de hombres o mujeres durante más de seis meses en ausencia de infección u otra patología visceral que lo explique. A menudo está asociado con consecuencias negativas cognitivas, comportamentales, sexuales y emocionales, así como con síntomas de disfunciones del sistema urinario, sexual, intestinal o ginecológico.
Según Díaz Mohedo, hay evidencia científica suficiente que sugiere que mediante la Imaginería Motora Graduada, en concreto, con el entrenamiento de discriminación de lateralidad con imágenes, se producen cambios en la corteza cerebral del paciente que sufre de dolor crónico y que derivan en su modulación y disminución. “Ahí es donde queremos llegar: entrenar el cerebro para ayudar a reducir el dolor y mejorar la situación clínica de quien lo sufre”, afirma.
Asimismo, añade que, una vez puesta en marcha, se tendrá que validar su utilidad terapéutica como herramienta complementaria a los tratamientos actuales destinados a la mejora de la calidad de vida de quienes padecen DPC.