jueves 26 de octubre, la tarde cae en el Campus de Teatinos. Las clases acaban y muchos abandonan la zona para prepararse para salir. Desde las 17:00 hay quien hace cola frente a la puerta del Contenedor Cultural, las puertas no se abrirán hasta las 20:30, pero aun así muchos esperaban conseguir una entrada de las que se pusieron a la venta en el último momento. El objetivo conseguir entrar en el concierto que ofrecían Las Bistecs en plena Universidad de Málaga.
Una vez dentro del Contenedor cultural la locura se desataba. Una sesión de DJ amenizaba a los amantes del electro-disgusting de Las bistecs que como buenas divas no iban a aparecer al principio. La sesión sirvió para ir abriendo boca y crear cierto aire de comunidad entre los seguidores de Las bistecs. Básicamente como la amistad que se establece entre dos chicas en el baño de un after.
La UMA se quema ante la llegada de Las bistecs
Acabó la sesión, pero a nadie le importó. De un lado y otro del público se cantaban algunos de los estribillos más conocidos del dueto. Lo importante era pasar una noche “bistec”. “Yo me he levantado esta mañana, me he vestido muy bistec, me he ido a trabajar y de allí directamente aquí”, explicaba uno de los asistentes a unos amigos con los que se acababa de encontrar. Todos listos y preparados cuando al fin llegó el momento. Santa Inquisición empezaba a sonar. Las bistecs aun no estaban en el escenario, no importaba que fuese del disco. Todos cantaban y saltaban como si el concierto hubiese arrancado hace rato.
Cuando Las bistecs aparecieron la locura se desató. Con esas expresiones faciales tan suyas, tan cansadas de la vida moderna saludaron a un público entregado a las estrellas del electro-disgusting. Saludaron al público más sano de Málaga que reía a cada palabra que emanaba de sus bocas, siempre recatadas. Aun no había empezado la fiesta y ya nada podía pararlas. :
Champán y tabaco para todos
En los conciertos de Las bistecs puede pasar de todo. Las Bistecs nos enseñaron que el Malboro es de pijos y el Ducados de ‘acabaos’ pero aun así el Humo salió del escenario a inundarlo todo. Tanto fue así que, como suele ser habitual en sus conciertos, acabaron repartiendo cigarrillos entre los parroquianos. No fue lo único que cayó del escenario. En un momento dado abrieron dos botellas de champan como si hubiesen ganado una etapa del Tour bañaron a las primeras filas.
Las cosas buenas del electro-disgusting
El electro-disgusting es un estilo de música vivo. En constante evolución durante cualquier concierto. Dentro del repertorio de Las bistecs Metro no contó con todo el ánimo del público, un tanto perdido entre las paradas de este medio de transporte ¿Qué pasó entonces? Pues nada. Se cortó la canción y empezaron la siguiente. “El electro-disgusting es lo que tienen. Que te cansas de cantar… pues paras”, así lo explicaban sin necesidad de añadir nada más.
“Del disco hay algunas que no me gustan, pero en el concierto me encantan todas”, se escuchaba también entre los asistentes. No había pegas. Todo eran risas, cantar y saltar. Una noche que no podía empezar meros para los fans que pudieron disfrutar de unos minutos de música electro ¿Y luego? Luego a seguir perreando como Laica en donde quiera que acabasen de after.