Las lluvias cortas y torrenciales, la erosión del suelo y la geomorfología son tres de las características principales que hay que tener en cuenta a la hora de prevenir los efectos de las inundaciones en la zona del Mediterráneo, según el investigador de la Universidad de Málaga, Antonio Gallegos Reina. Una vez pasadas las peores inundaciones que ha sufrido Málaga desde las de 1989, llega el momento de hacer balance y actuar preventivamente antes de que vuelvan a producirse las siguientes, lo que podría ocurrir dentro de 25 años o el próximo invierno.
Según el doctor en Geografía y Ordenación del Territorio, “era previsible que pasara esto porque viene sucediendo toda la vida, no hace falta ser investigador para saber esto. En las cuencas del Mediterráneo y también las del Guadalhorce, aunque ahí las razones son diferentes, en cuanto llueve a partir de una cantidad determinada, que lo hace periódicamente, sabemos que la respuesta es la que ha sido”. “Aún en el siglo XXI seguimos usando un sistema de actuación post-catástrofe, en lugar de actuar de manera preventiva. Solo los ayuntamientos de Marbella o Estepona valoran sus daños en 56 millones de euros. Y las indemnizaciones privadas se estiman de momento en 25 millones de euros”, ha descrito Antonio Gallegos, quien ha subrayado que “hemos tenido tiempo de sobre para actuar preventivamente y con muchísima menos inversión se podría haber evitado buena parte de todos los daños que se han producido”.
Y actuar preventivamente no es ni construir un nuevo puente sobre el Guadalhorce, con un coste estimado de 70 millones de euros, ni dragar los ríos ni encauzarlos. En su libro ‘Caracterización y análisis de los riesgos naturales en el planeamiento urbanístico en regiones mediterráneas’, a punto de ver la luz, el investigador caracteriza qué hace a los riesgos naturales especiales en el Mediterráneo. “Aquí son mucho más intensos, especiales al resto de la Península, y en el último capítulo se ofrecen 51 medidas de prevención, buena parte están relacionadas con la inundación, que es el más común”, ha apostillado.
Contexto en el Mediterráneo :
El especialista de la UMA ha explicado que la zona mediterránea se caracteriza, en primer lugar, por la forma en la que llueve. “Aquí llueve poco durante el año pero muy concentrado y esto no se da dentro de la Península y sí en el Mediterráneo”, ha narrado el geólogo, quien ha hecho hinpicaé en que el Mediterráneo es un sitio donde están chocando las placas africanas y euroasiáticas, este choque hace que se están levantando cordilleras junto al mar, que están creando cuencas hidrográficas muy pequeñas y con mucha pendiente. “Es muy difícil reaccionar en esas cuencas porque las inundaciones son muy repentinas y los caudales puntas (cuando llega la máxima lluvia o inundación) son de dos o tres horas. No hay tiempo para reaccionar. A parte, tenemos unas ramblas que la gente no se da cuenta el riesgo que supone pero que son ríos”, ha comentado.
En cuanto al tercer punto, Antonio Gallegos ha nombrado a la erosión de suelos. “En el Mediterráneo, dado que es una zona semiárida y hay poca vegetación, la erosión de suelos es muy común y eso hace que la inundación sea más grave porque escurre barro que atora entubamientos, puentes, etc., que hace que sea más dañina el agua cuando entre a las casas o naves industriales”, ha especificado. Entre las catástrofes que más inciden en el Mediterráneo el geólogo ha enumerado las inundaciones, la erosión de suelos, los incendios forestales, muy recurrentes tanto por causas antrópicas como por causas naturales, y los terremotos, “menos relevante y sin posibilidad de actuar preventivamente porque estamos en el contacto de placas y no se puede remediar”, ha concluido.
Medidas preventivas
Entre las 51 medidas que propone, el investigador de la UMa ha resultado que “habría que hacer un plan de prevención específico ante la inundación en los municipios de la Costa del Sol y del Guadalhorce”. “Saber qué ocurre realmente porque actualmente lo que se hacen son estudios hidrológico-hidráulicos, se calcula por dónde va a escurrir el agua cuando hay una lluvia fuerte pero en las inundaciones incluyen también la geomorfología: el tipo de suelo, la infiltración; hay muchos factores que no son ingenieriles que son más geográficos o geológicos, que no se están teniendo en cuenta”, ha criticado el científico.
En el Mediterráneo es muy común la erosión de suelos, “entonces cuando hay lluvia, hay mucho arrastre de suelos, con lo cual aquí las inundaciones no son de agua, son de barro y en los casos más extremos llega a densidades de hasta el 50%”, ha informado Antonio Gallegos, quien ha insistido en que “hay que tener en cuenta el riesgo de erosión de suelos para hacer estudios como, por ejemplo, las tuberías para ríos o hacer algo para que ese suelo no se pierda”.
“Es fácil informar a la población de que su casa o nave industrial está en una zona inundable, esa información la tienen los ayuntamientos”
Asimismo, “es muy fácil informar a la población de qué casas o qué naves industriales está en una zona inundable porque esta información ya existe. Habría de alguna manera que hacer partícipe en especial a la población que vive en estas zonas inundables enviándoles una comunicación indicando que a partir de una cantidad de lluvia determinada puede haber riesgo de inundación para que esa persona sepa el riesgo al que se expone”, ha propuesto el investigador que ha comunicado que “cuando se desarrolla un plan parcial se hace un estudio de viabilidad, pero habría que revisarlo con el tiempo porque las condiciones no son las mismas que cuando han pasado 10 años”.
En opinión del especialista, “concretamente la inundación en Málaga capital se debió, fundamentalmente, a que la ciudad está muy impermeabilizada y todo lo que llueve se convierte en inundación porque además las alcantarillas se atoran, no pueden asumir esa lluvia tan repentina y se convierte todo en escorrentía”. Para evitar esto, Antonio Gallegos ha aconsejado “permeabilizar la ciudad, no alquitranando tanto. Existe la posibilidad de hacer aceras permeables, que filtren el agua y se puede en avenidas con aceras gigantes, dejar un espacio para zonas ajardinadas o libres de alquitrán, así toda esa agua que cae tan repentinamente se podrá ir al subsuelo y no se convertirá en charcos o inundación”.