Los caracoles, sin ser conscientes de ello, se han convertido en una pieza clave para salvaguardar el ecosistema de los arroyos de tierras bajas. Su misión, reducida a comer heces o perecer, es la conclusión a la que ha llegado el Grupo de investigación en Ecología Acuática y Acuicultura de la Universidad de Almería. Todo ello tras realizar un experimento en laboratorio en el que ha examinado el rendimiento de dos organismos detritívoros (organismos que constituyen una parte esencial de los ecosistemas al contribuir a la descomposición y al reciclado de nutrientes) que coexisten en los arroyos del sureste peninsular: el anfípodo Echinogammarus obtusidens, y el caracol Melanopsis praemorsa; cuando eran alimentados con dos tipos de hojarasca (nativa, álamo blanco (Populus alba) y la caña invasora (Arundo donax) y las correspondientes heces producidas tras la ingestión de la hojarasca de estas especies.
El estudio lleva por título ‘La coprofagia entre especies en pequeños detritívoros acuáticos contrarresta la hojarasca de baja calidad: hojarasca de plantas nativas versus invasoras’. Los resultados mostraron que el anfípodo desarrollaba un bajo rendimiento al ser alimentado con hojarasca, especialmente de caña, con la cual más de la mitad de los individuos murieron. Por el contrario, los anfípodos alimentados con heces producidas por los caracoles presentaron el mejor rendimiento. El caracol por su parte mostró un rendimiento bastante estable sin importar la especie de hojarasca con la que fuera alimentado, así como con heces de otros caracoles.
Los caracoles, pieza clave del ecosistema
Estos resultados sugieren que el anfípodo puede actuar como un coprófago (organismo que se alimenta de excrementos) cuando no dispone de hojarasca de alta calidad, y que los caracoles ejercen un rol esencial facilitando el acceso a los nutrientes de la hojarasca recalcitrante a otros detritívoros que coexisten con él a través de sus heces. Por tanto, el caracol puede actuar como una especie clave aumentando la disponibilidad de nutrientes para otras especies de detritívoros en los arroyos de tierras bajas.
Los investigadores de la institución almeriense proponen a los gestores que presten atención a la conservación de estas especies de detritívoros tan relevantes para el funcionamiento de ecosistemas de arroyos de tierras bajas, controlando actividades que pudieran amenazar a sus poblaciones (por ejemplo, explotación de acuíferos o contaminación de aguas superficiales), especialmente en arroyos donde la diversidad de detritívoros es reducida como estos situados en las tierras bajas de la región mediterránea. :
Esta investigación llevada a cabo en la UAL surge ante el problema que suponen las especies invasoras, una de las principales amenazas para la conservación de la biodiversidad en todo el mundo. En particular, se ha demostrado que la caña (Arundo donax) es capaz de deteriorar significativamente los hábitats ribereños, alterando la estructura de la vegetación y desplazando a la vegetación nativa, con los consiguientes efectos negativos sobre la abundancia y diversidad de las comunidades que dependen de esta.
El estudio evalúa cómo dos especies de detritívoros acuáticos pueden enfrentar la invasión de las riberas por la caña gigante y muestra cómo la ingestión de heces producidas por detritívoros de mayor tamaño puede ser una estrategia alimenticia exitosa para los anfípodos con el fin de superar la invasión, pero también de prosperar en ambientes donde los aportes de hojarasca de baja calidad (sean nativos o no) son abundantes.