En total son diez los actos de apertura a los que el consejero de Economía y Conocimiento ha acudido durante la segunda quincena de septiembre y los primeros días de octubre. Diez discursos que debieron ser nueve por la sustitución que hizo a la presidenta de la Junta de Andalucía, quien decidió priorizar otros temas que podrían afectarle más de lleno a su futuro. En todas sus presentaciones Arellano mantuvo la misma línea de defensa del Sistema Público de Universidades, destacando a su vez la importancia que a las mismas les da el Gobierno andaluz.
La política ha estado así presente en las instituciones académicas más que nunca, pues ya sea por la falta de consenso nacional o la unión existente en Andalucía, Arellano no ha dejado pasar la oportunidad de recalcar las dos formas de entender la Educación.
Aunque bien es cierto que las instituciones académicas resaltan el actual “buen hacer” del Gobierno andaluz, no olvidan las promesas hechas, aquellas que llevan arrastrándose casi diez años. Y es que cuando de dinero se trata son pocos los amigos que aguantan la larga espera. El modelo de financiación sigue en mente de los rectores. Desde 2007 se viene prorrogando unos presupuestos que ya poco tienen que ver con las necesidades y realidades que afectan de lleno a las Universidades. En la misma línea se sitúa el Plan Andaluz de Investigación, Desarrollo e Innovación (PAIDI), programa que se prometió para antes de fin de año y que ya algunos rectores han dudado que se vaya a ejecutar. 172 millones de euros que vendrían como agua de mayo a los investigadores andaluces, castigados por una crisis que, en el mejor de los casos, ha obligado a emigrar.
La economía no se oculta con ideología. Cuando de números se trata se dejan de lado los discursos halagadores y las promesas por cumplir. No basta con decir que en otras comunidades se está peor, pues mal de muchos consuelo de tontos. La referencia constante a la bajada de tasas en Andalucía o la facilidad de pago no olvida que sigue siendo una realidad más que difícil acceder a la Educación Superior para muchas familias. Se necesita más inversión en becas, tanto para iniciar los estudios como para que los ya egresados puedan optar por la carrera investigadora de forma efectiva.
“Las tasas son impuestos a los jóvenes” se ha escuchado en cada discurso como forma de reivindicar el buen hacer andaluz, sin tener en cuenta que existen muchas formas de cobrar esos impuestos a los jóvenes. La formación universitaria no se centra solo en el acceso a la matrícula. De nada vale esta si luego no se dispone de suficientes medios para continuar con el proceso educativo. Las universidades necesitan remodelar sus instalaciones y saber que son ellas las que deciden sobre sus necesidades. El diálogo es fundamental, pero hay ocasiones que la excesiva politización de los mismos retrasa y dirige los resultados de manera que estos solo buscan quedar bien ante la opinión pública.
Más hechos y menos palabras es lo que necesita el Sistema Público Andaluz. Ya se conoce que en otras comunidades se está peor, que las tasas universitarias castigan ,más fuerte y que otros gobiernos se olvidan de sus instituciones públicas, pero de nada sirve que en Andalucía todo sean buenas palabras y grandes discursos al inicio de cada año si al finalizarlos los números rojos continúan en las cuentas bancarias.
Es necesario aprovechar la buena relación que actualmente existe y no dejar que el tiempo pase sin que se lleven a cabo las promesas cumplidas, pues para el próximo año a lo mejor las críticas no son tan suaves y comienzan los ataques. Por ahora continúa la buena fe, y el rector de la Hispalense así se lo indicó con una clara referencia a través de la música, usando “La Speranza” de Rossini para concluir su acto de apertura el pasado sábado 24 de septiembre. Tal y como dijera el propio Arellano, esperemos que el final de esta relación no acabe con el “Réquiem” de Mozart.