Los antecedentes que llevan a un menor número de mujeres en las áreas científicas son muchos y muy complejos. Así lo manifiesta la profesoraMaría José Martín Rodrigo, de la Universidad Pontificia Comillas ICADE, quien también señala la importancia del debate y el diálogo no solo en las acciones para remediar la situación, sino sobre todo en “conocer cuál es la situación general, de dónde venimos y qué es lo que queremos cambiar”. Con motivo de la celebración del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, este 11 de febrero son muchas las voces que llaman a revertir el bajo número de vocaciones científicas entre las mujeres.
Pero ¿a qué se deben estas ausencias? Tal y como señala Martín Rodrigo, existe un sesgo de género que también afecta a los hombres por los cuáles se establecen una serie de estereotipos construidos y arraigados a los largo de la historia. Estas clasificaciones por género responden a “patrones culturales difíciles de cambiar”, debido a los imputs que constantemente tiene la ciudadanía creando un imaginario social sobre las distinciones laborales por género.
“No solo hay menos mujeres en las carreras de ciencias, también hay menos hombres en las humanísticas”, y este hecho repercute negativamente en la sociedad. Actualmente se trabaja en campañas de acciones de discriminación positivas, pero antes de estas campañas hace falta un debate más antropológico y social sobre el origen de las desigualdades.
“Hay que trabajar en la igualdad, pero también hay que dedicarle el espacio necesario antes para dialogar y sensibilizar de los motivos que llevan a su falta, pues no podemos construir una nueva realidad sin saber de dónde venimos y a dónde queremos ir”
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Publicidad, mercado laboral y modelos de referencia
En palabras de la profesora Martín Rodrigo, cuyas investigaciones versan sobre gestión empresarial y nuevos mercados, siempre desde un punto de vista filosófico, “es necesario que se lleven modelos de mujer a las escuelas, pero sobre todo son necesarios en las familias. Sería espectacular que existieran modelos donde la madre se dedique a las ciencias mientras el padre lo haga a la educación, es así como se puede construir la imagen para los hijos”.
Una imagen de sociedad en la que los juguetes, el ocio y la propia publicidad juegan un papel esencial. Desde los medios “se manda el estereotipo de persona que trabaja en tecnología asociado a un friki, que no se relaciona con nadie y siempre está sentado en su ordenador, lo que puede ahuyentar a muchas mujeres y no es así, son personas normales” subraya Martín Rodrigo. En esta línea, la doctora de la la Universidad Pontificia Comillas ICADE resalta como “a la hora de la verdad, el trabajo en tecnología requiere el desarrollo de las denominadas soft skills (habilidades ligeras) como son el diálogo y el saber trabajar en equipo, y en estas las mujeres solemos ser excepcionales”.
Para trabajar contra la imagen negativa, introducir referentes femeninos científicos se presenta como un modelo perfecto, pues posibilitan acercar visiones reales de lo que se puede conseguir. Para ello, también se deben tener en cuenta a los chicos,
“ellos también tiene derecho a dedicarse a las carreras humanísticas y de cuidados, y hay que buscar un discurso que nos homologue, siempre sabiendo que no somos iguales pero sí tenemos que tener las mismas oportunidades”
En la gestión de esta igualdad de la mujer y la niña en la ciencia hay que mirar de cerca los cambios en el mercado laboral. Tal y como puntúa Martín Rodrigo, “estamos viviendo un proceso de digitalización, la cuarta revolución industrial, donde los perfiles que más se van a demandar son los técnicos y científicos. La falta de vocaciones entre las chicas podría traducirse en un futuro con menores posibilidades de empleo“. Esta realidad va de la mano de una mayor brecha salarial, pues los empleos asociados a categorías tecnológicas están mejor valorados y remunerados “corremos el riesgo de que continúen y se agraven los sectores feminizados con peor remuneración“, un punto de vista al que hay que sumar cómo la atracción de los chicos a las carreras humanísticas “al final es más importante las aspiraciones económicas, si presentamos una realidad con menores sueldos estos querrán trabajar menos en las áreas humanísticas” siendo relevante “cambiar el chip” y valorar todos los sectores y su aportación a la sociedad.
Mejores calificaciones pero peores opciones laborales
Al fijarse detenidamente en una promoción de estudios tecnológicos destaca cómo las mujeres, aunque son muchas menos en número, encabezan las listas de mejores calificaciones. Esta realidad responde a que “entran menos, pero las que entran tienen una motivación muy alta, que se traduce en que tengan más éxito”, señala Martín Rodrigo.
Pero este éxito parece ir desapareciendo a la hora de entrar en el mercado laboral. “Existe una discriminación de entrada en las empresas tecnológicas” a las que se suman las percepciones erróneas sobre el perfil de los trabajadores. Esta percepción es la que hay que trabajar socialmente, eliminando los estereotipos y acercando a las jóvenes mujeres reales que se dedican a la ciencia y la tecnología “hay que hacerlo desde las familias”, potenciando su normalización y destacan los valores añadidos que las mujeres aportan al sector, las ya mencionadas soft skills.
El género en la elección de estudios
Dentro de la actividad docente e investigadora de la profesora María José Martín destaca la lectura de su lección inaugural sobre la influencia del género a la hora de elegir estudios. Tras más de un siglo de reivindicación del Día Internacional de la Mujer como forma de trabajar por la igualdad de oportunidades, la realidad de hoy no es otra que la falta de esta igualdad.
En su lección, Martín señala como existen “itinerarios formativos y áreas de desempeño profesional y ocupacional que se convierten de manera natural en el reclamo de la población femenina y consecuentemente, se feminizan“. A esta realidad se suma la lenta incorporación de la mujer a las carreras universitarias, la cual se ha ido solventando con una mayor incorporación final, y más diversificada, en los últimos años. Visto al detalle, esta incorporación muestra un sesgo de género a la hora de elegir la carrera, algo que tal y como señala Martín Rodrigo: “no es fortuita, sino que responde a una socialización diferenciada de mujeres y hombres que se cronifica aún más en la trayectoria profesional, perpetuando un modelo social en el que claramente las mujeres y los hombres se dedican a actividades distintas”.
La solución a esta desigualdad en el acceso requiere una respuesta no solo de acciones específicas para aumentar las vocaciones, sino más globales donde se apueste por
“romper los estereotipos de género vinculados a estudios y ocupaciones tradicionalmente masculinos y femeninos”
El lugar para hacerles frente, a través de un Plan de Igualdad, no solo se centra en las escuelas, sino que “debe buscarse en el mismo proceso de aprendizaje de ser hombre o mujer, en la constitución de esa construcción identitaria que se inicia muy precozmente en el seno familiar terminándose de modelar a través de la socialización escolar”.
En las conclusiones de su lección, la profesora Martín Rodrigo expone que para solventar la brecha de género en las elecciones académicas, cuya existencia está claramente constatada, “la primera y más importante de todas las medidas, debería centrarse en ayudar a descubrir las capacidades innatas y trabajar la autoconfianza de hombres y mujeres, ya que, en estos aspectos, han estado sometidos ambos géneros a una fuerte presión estereotipada, de tal manera que, estimulando positivamente sus aptitudes, actitudes e intereses, puedan llegar a cumplir sus sueños”. A través de una orientación individualizada, responsable y no sexista se podría llegar así a fomentar la futura existencia de una igualdad de oportunidades.
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