La presidenta de CRUE, Eva Alcón, reflexiona sobre la elección de un posgrado que «debe estar vinculada a los intereses del estudiante».
La educación superior, de la que la formación universitaria representa el 76%, es una verdadera generadora de oportunidades de empleo para la población, especialmente para los jóvenes, y es un elemento crucial para que los sectores productivos puedan crecer y desarrollarse en el entorno de una economía global, que basa su competitividad en la utilización intensiva del conocimiento y las tecnologías digitales. El nivel de formación de la población de un país mantiene un elevado grado de correlación con los niveles de renta per cápita.
Todos los estudios confirman que, como norma general, a mayor formación corresponden mejores empleos y salarios. Los datos, en este sentido, son muy elocuentes: el nivel de empleo en España de la población de 25 a 64 años con un nivel de formación universitaria de grado mejora 8,5 puntos porcentuales respecto de quienes no la tienen; y con un nivel de formación universitaria de máster, casi se duplica, elevándose en 13,8 puntos porcentuales.
Estas cifras explican el incremento acelerado de la atracción de los estudios superiores entre los jóvenes españoles. Mientras que en 2008 cursaba estudios superiores el 24,7% de la población de entre 18 y 28 años, en 2022 lo hacía el 41,4%.
A pesar de un descenso de la población de un 20%, el número de estudiantes de educación superior ha crecido un 34% y lo ha hecho tanto en formación profesional superior como en universidades públicas y en privadas, aunque con muy diferente intensidad. La sociedad española se ha dado cuenta de que, efectivamente, un mayor nivel de estudios dispara las oportunidades de tener, no ya un empleo, sino de que
este sea estable y mejor retribuido.
Y para quienes están pensando en aumentar su cualificación, hay un dato aún más motivador. Estudios como el «Informe Adecco sobre perfiles deficitarios y escasez de talento en España» señalan que 8 de cada 10 directores de recursos humanos de nuestro país reconocen tener problemas a la hora de reclutar talento para su compañía.
En este escenario, es importante tener clara la oferta de este tipo de estudios que ofrecen nuestras universidades. La elección del máster debe estar vinculada a los intereses del estudiante. Se puede escoger un máster para adquirir unas competencias profesionales reguladas y exigidas por ley para ejercer una profesión o se puede hacer un máster para profundizar en los estudios y ampliar conocimiento en un área de especialización, o incluso como complemento a la formación de un graduado en un ámbito que no es el mismo de sus estudios de grado. Y si el interés es seguir una carrera académica y realizar el doctorado, el máster es la puerta de acceso para iniciar esa trayectoria profesional.
En cualquier caso, se debe tener claro que el objetivo no es eternizar el periodo de formación, sino elegir la opción más adecuada a las expectativas vitales para incorporarse en el momento óptimo al mercado laboral con garantías. Después, vendrá el momento de la formación continua, pero ahí ya entramos en otro ámbito,
también universitario, pero de distinto enfoque.