Normalmente cuando llegamos a la Universidad, muchos jamás se interesarán por el mundo de la representación, yo les digo que hay dos formas de vivir la Universidad, que tú pases por la carrera o que la carrera pase por ti. La diferencia reside en lo que te involucres en la vida que vas a llevar durante mínimo cuatro años. Todo tipo de representación estudiantil enriquece, igual te quita algo de tiempo, pero eso es solo si no sabes aprovechar la oportunidad. Tomar responsabilidades, representar a un colectivo, tu presencia y palabra en una reunión; son conocimientos transversales que no adquirirás en la carrera. No le tengas miedo a no saber, ten miedo a no intentarlo, porque como tú, todos los que hemos vivido en este mundo de la representación estudiantil estuvimos en tu misma situación; ¿el truco? Pregunta, pregunta mucho. Aprenderás a organizarte, conocerás cómo funciona la Universidad, verás que muchas veces esconden más oportunidades que las que vemos, (las típicas del Erasmus).
No todo será “luchar por los derechos”, que también, sino que además podrás dar tu opinión sobre cosas a mejorar de tu entorno, asignaturas, evaluaciones, carencias que tengáis en las instalaciones. Es importante, que si nadie dice nada todo seguirá igual.
Si te puedo dar un consejo más sería, que seas humilde, no te remunerarán por este trabajo que vas a hacer, pero también es cierto que lo que vas a aprender no tiene precio. Se sincero, realista y conoce tus funciones.
El mundo de la representación es importante porque debe ser funcional. Si existe es porque la Universidad está por y para los alumnos, sin ellos no sería nada. “Vive tu Universidad”, y para vivirla deberás construir cosas en ellas, involucrarte, de ello dependerá también el profesional que serás en el futuro. Además, en el camino no estarás solo, conocerás a gente de otras carreras que aportarán a tu vida nuevas amistades y sobretodo una diversidad de conocimientos que jamás adquirirás en clase.
Para mí ha sido una de las experiencias más enriquecedoras que te aporta una casualidad.
por Virginia Huidobro Pelayo
Representante de los alumnos de la URJC