Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte en Granada, con un máster en nutrición y especializado en la práctica deportiva, siempre asociada a la salud; el investigador Enrique García Artero, natural de Almería, se encuentra ahora inmerso en los preparativos para comenzar un estudio, en estrecha colaboración con el Hospital Torrecárdenas, con el que comprobar los posibles beneficios del ejercicio físico en gente con obesidad mórbida sometida a cirugía bariátrica. Motivo por el que desde Aula Magna le preguntamos:
¿Por qué con pacientes ya operados?
Éstos pierden mucho peso tras la operación, pero creemos que si los ponemos a entrenar después de ser operados, perderán más peso. Sobre todo van a conseguir, creemos, mantener esa pérdida de peso en el tiempo, que es lo más importante. Y es que los pacientes, a los 2 o 3 años, vuelven a ganar parte del peso perdido si no se hace nada.
¿En que fase se encuentra el proyecto?
Ahora mismo el proyecto está seleccionado. El Ministerio de Economía y Competitividad tiene que sacar la publicación oficial de que ha sido concedido, pero por lo que nos cuentan se cree que la fecha inicial para comenzar en el proyecto será el 1 de enero.
Ya estamos trabajando en la parte previa, como conseguir el informe favorable del Comité de Ética; necesario siempre que se hace una investigación con seres humanos. También estamos comprando el material necesario, diseñando las pruebas de evaluación que les haremos a los pacientes o el programa de ejercicio físico a llevar a cabo.
¿Cuál es la duración prevista para el estudio?
El proyecto comenzará, de manera oficial, el 1 de enero, y son 3 años. En ese plazo tenemos que reclutar y evaluar a 80 personas. De éstas, 40 entrenarán en el grupo experimental y harán ejercicio físico después de la operación. Y otras 40, de forma aleatoria, no entrenarán. Serán lo que se llama un ‘grupo control’, para poder después comparar si hay cambios o no y si son de verdad debidos al entrenamiento o no.
¿Y cómo será el proceso?
Para el paciente, el estudio dura un año. Cada uno irá entrando en el estudio, de manera voluntaria, conforme vaya siendo operado. Un año que va desde que se hace la evaluación inicial y se opera a los pocos días; pasan 4 meses, tras los que se le vuelve a evaluar, y luego, al año después de la operación, de nuevo.
Por este motivo, para que nosotros podamos reclutar a unas 80 personas, calculamos que nos harán falta 3 años en total. Porque habrá momentos del estudio con sujetos entrando, saliendo, en la parte media o en la final.
¿Ese método escalonado no afectará al calendario?
El estudio será complejo en el sentido de que no entran todos a la vez, sino conforme se vayan operando y entrando en el grupo experimental o el de control. Tiempo al que sumarle el análisis estadístico, escribir los artículos y difundirlos; lo que sumaría después unos 4 o 5 años en total.
¿Qué información reciben los participantes?
Se les explica todo, que es un estudio a un año con tres evaluaciones diferentes. Que unos harán ejercicio y otros no, de forma aleatoria. Que se le harán unas pruebas exhaustivas y costosas, que habitualmente no se hacen, y que como principal beneficio van a tener un informe y seguimiento más exhaustivo del que se le hace a una persona operada habitualmente. Así, mantendremos las pruebas habituales y les sumaremos muchas más a raíz del estudio de investigación.
Hablaba antes del programa de ejercicios a realizar…
Fundamentalmente, con algunas adaptaciones según el tipo de paciente, serán de trabajo aeróbico (o de resistencia), y trabajo de fuerza muscular. Todos con la correspondiente progresión, supervisión e individualización.
Por supuesto, empezarán poco a poco, pero en los 4 meses que dura el ejercicio físico sí que es cierto que llegaremos a intensidades medias y altas en ambas modalidades. Sabemos que esa intensidad es en realidad el elemento clave para que el cuerpo se adapte.
¿Cómo es trabajar de forma directa con el Hospital?
Ahora, en materia de ejercicio físico, sería la primera vez que se lleva a cabo una colaboración entre el área de Educación Física de la UAL y Torrecárdenas, y estamos muy ilusionados.
Creemos que habrá otros proyectos porque estamos encontrando una sintonía muy buena. Hemos dado con un equipo médico, el del Doctor Manuel Ferrer, que cree en esto del ejercicio, le gusta la investigación, está convencido de que va a funcionar y creemos que… quien sabe, después de la obesidad mórbida quizá pasemos a trabajar con oncólogos o cardiólogos.
Ojala éste sea el comienzo de una buena colaboración, pues en otras ciudades y universidades si que empiezan a establecerse relaciones continuas entre la gente experta en ejercicio físico y los médicos de los hospitales.
¿Cuántas personas componen el equipo humano?
Juntando el equipo de la Universidad y el Hospital, formalmente, unas 10 personas; pero ya se han sumado nuevos investigadores. Tenemos a gente experta en deporte, cirujanos, cardiólogos, cirujanos vasculares, expertos en estadística o economía. Una suma de personas con muy buena armonía y dispuestas a trabajar que, quizá, acabe en un grupo de 15 o 20 personas.
Para finalizar, como resumen, ¿cuál sería el objetivo?
El parámetro principal del estudio es el peso y la pérdida de éste; pero también se medirán muchas otras cuestiones como condición física, riesgo cardiovascular, calidad de vida y sueño, vida o apetito sexual… Se medirán muchas otras cosas y creemos que, en todas ellas, el ejercicio puede ayudar a que la persona experimente una gran mejora. Incluso que la motive a incluir una rutina de ejercicio en su día a día.
Una mejora completa en la calidad de vida del paciente a largo plazo
Como objetivo fundamental, este estudio ha sido planteado para buscar una mayor pérdida de peso tras la operación y “sobre todo intentar que el paciente mantenga esa pérdida de peso durante más tiempo”. Pero también sus responsables consideran que servirá para que la persona sometida a este tratamiento mejore su condición física. De este modo, se sentirá con más energía, podrá desenvolverse mejor en su día a día, “probablemente verá una disminución en los factores de riesgo cardiovascular” (triglicéridos, tensión arterial, glucosa,…), perderá grasa y ganará músculo.
En general, con esta mejora en su calidad de vida “se sentirá más autónoma, se relacionará más, saldrá más de casa…”. Y es que el autoestima, la calidad del sueño o el apetito sexual son factores muy ligados al autoestima y a sentirse con más energía y en forma.
En este sentido, uno de los puntos clave para que este proyecto se implante y aplique de manera regular en todos los pacientes sometidos a este tipo de cirugía es lograr un Coste Efectivo. Para ello, deben demostrar “que el deporte a la larga mejora la calidad de vida del paciente y reducirá el gasto en Seguridad Social y sanidad”. Una mejora sustancial que, gracias al deporte, reduciría las visitas al médico, el uso de medicamentos o la necesidad de ciertas operaciones, lo que se traduciría en un ahorro monetario.
Por ello, siguen buscando financiación para “ampliar el seguimiento de los pacientes a los 2 y 3 años, que es cuando la ganancia de peso se hace patente”. Un periodo de tiempo extra en el que poder descubrir cosas muy interesantes sobre el desarrollo de los pacientes en relación al ejercicio.