En uno de mis viajes a Honduras, conocí a una señora que rozaba los 80 años y estaba realizando un voluntariado, y su labor era imprescindible allí, pues captaba muchos fondos para mantener abiertas las escuelas, y solucionaba muchos problemas, y lo que era mejor, el dedicar su vida para ayudar a los demás, le daba más sentido y felicidad a la suya. Con los años, he ido conociendo a muchos voluntarios cooperantes como ella, jóvenes, mayores, ricos, pobres, con formación en letras, en ciencias… y todos, como en la vida, tenían algo que aportar. Sin lugar a dudas, lo más importante es que cada vez más personas tengan esa inquietud por ayudar al prójimo, y que encuentren la felicidad construyendo un mundo mejor y más justo.
El objetivo más importante que las universidades deben acometer en cooperación internacional es, sin lugar a dudas, el de la educación para el desarrollo. La educación, la formación de la ciudadanía, constituye el principal objetivo de las universidades, las cuales tienen, de esta manera, la responsabilidad de configurar la sociedad del futuro puesto que la educación es sin duda la herramienta más poderosa para poder transformar la sociedad. Los programas de voluntariado orientados a los estudiantes tienen por tanto como objetivo el sensibilizarlos respecto a la desigualdad, y lograr de esta manera tener una ciudadanía más comprometida y con una visión de los problemas del mundo que traspase nuestras fronteras. Además, la universidad genera conocimiento científico que puede ser aplicado para la resolución de muchos de los problemas que tienen los países en desarrollo. De esta manera, las universidades aportan su ciencia para solucionar problemas, y a la vez mejoran la calidad de su docencia.
Con tristeza he observado como algunos estudiantes y profesores de algunas áreas han llegado a plantearse que unas especialidades son más necesarias que otras en cooperación internacional, lo cual es un planteamiento similar al de si la gallina es más importante que el huevo. Además esto implicaría que la formación en valores debe ir asociado sólo a unas especialidades concretas y no a toda la ciudadanía. En cooperación internacional así como en otras cuestiones de la vida, a veces damos rienda suelta a nuestros egos profesionales sin considerar que los problemas globales precisan de soluciones que implican a profesionales de diversos ámbitos, y que todo está relacionado. Por ejemplo, la conservación del entorno natural promueve el turismo, que a su vez mejora la economía local; de la misma manera, la mejora en los sistemas de generación de energía, afectan a los de potabilización de aguas, mejorando la salud… y así podríamos poner cientos de ejemplos que demuestran que ingenieros, economistas, biólogos, filólogos, médicos, filósofos, químicos, maestros, físicos… jóvenes, mayores…ricos, pobres… todos son bienvenidos para hacer un mundo mejor. Sin lugar a dudas, en materia de cooperación internacional en el ámbito universitario, el café, ha de ser para todos.
por Olga Guerrero Pérez
Directora de Secretariado de Proyección y Cooperación de la UMA
@MOGuerreroPerez