Daniel García y Mónica Gómez (Icat) son dos grafiteros de 32 años que actualmente residen en Pegalajar (Jaén) y que con mucho esfuerzo han conseguir convertir su vocación en profesión. Ambos artistas impartieron el mes pasado un taller formativo sobre grafiti en la Universidad de Jaén en le que participaron estudiantes de diversas edades y titulaciones, y que tuvo como resultado final la creación colectiva de un mural de enormes proporciones. El objetivo fue el de conocer las principales técnicas de creación muralista y promover el interés por esta forma de arte urbano.
Daniel estudió Diseño Gráfico, y Mónica Ilustración y Gráfica Publicitaria, pera ambos encontraron en la pintura mural su principal devoción. “Empezamos a hacer grafiti con 18 años y al principio fue muy difícil, hay que insistir mucho para aprender, la técnica es muy cara y teníamos que irnos a sitios deteriorados y a las afueras para poder pintar y experimentar”, explica Daniel, quien matiza que el aprendizaje fue totalmente autodidacta, ante la falta de clases y formación para instruirse en esta técnica de expresión artística. En este sentido el artista explica que ayudaría mucho que desde los ayuntamientos se facilitaran espacios y un catálogo de muros libres para pintar.
Esta pareja de artistas consigue vivir de este talento gracias a los encargos que reciben y a la organización de actividades y talleres sobre grafiti, como el que han celebrado en la Universidad de Jaén. “Hacemos mucho grafiti sobre temas de igualdad para ayuntamientos y otras entidades, también pintamos mucho sobre medio ambiente, paisajes y animales, por cuenta propia, y tratamos de dar visibilidad a la mujer dentro del mundo del grafiti”, subraya el muralista. Daniel señala que actualmente se sigue confundiendo el grafiti con muchas cosas que no lo son, como por ejemplo las pintadas políticas o vandálicas. “A todos los que usamos el espray nos meten en el mismo saco”, concluye.
Entrevista a Mónica Gómez
Para Mónica Gómez, Icat según su nombre artístico, el dibujo y la pintura han sido siempre su principal salvavidas. Y el grafiti su máxima expresión. A base de esfuerzo e insistencia la artista ha conseguido hacer de esta pasión su profesión.
¿De dónde viene el nombre de Icat?
Siempre me han fascinado los felinos, y mi tío, que siempre me transmitió sus inquietudes artísticas, me llamaba cariñosamente Monicat. Cuando empecé a pintar letras de graffiti lo reduje a 4 letras y lo tomé como nombre artístico.
¿Qué supone pintar en lugares públicos?
Me encanta que sea una forma accesible de arte, y que cualquiera pueda disfrutarlo independientemente de su condición.
¿Es difícil conseguir vivir del grafiti?
Los comienzos son muy duros, económicamente es muy difícil comenzar. Luego es un oficio en el que la incertidumbre es total, no sabes cuándo vas a tener suficiente volumen de trabajo y en otras ocasiones aparece todo el trabajo de golpe, con prisas, cansancio físico y presión.
¿Qué es lo que más te gusta pintar?
Animales, me gustan mucho los animales y además son muy divertidos de pintar con esta técnica. Luego el resultado es muy potente y al público les suele agradar.