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18 abril, 2024
AndalucíaEditorialOpinión

Todos fuimos novatos

Desde estas páginas ya hemos defendido en múltiples ocasiones la importancia de la vida universitaria más allá de las aulas. Si la formación y el aprendizaje son el germen y sentido de la Academia, un estudiante está compuesto por cientos de experiencias que no siempre tienen que ver con las lecciones magistrales de turno. El contacto con sus compañeros, las relaciones entre los distintos grupos y asociaciones así como la cultura y ocio en el campus son partes de la vida en la universidad que crean al joven y configuran su personalidad. Y todo ello tiene un inicio.

Las novatadas en la universidad tiene sus partidarios y detractores, los cuales en la mayoría de las ocasiones se quedan bajo la imagen del tópico morboso de las palizas y humillaciones. Si bien es cierto que en muchas ocasiones este tipo de iniciaciones constituyen un peligro para la integridad física o psicológica de los iniciados, en otras muchas solo es una actividad de iniciación enmarcada en la diversión que permite a los jóvenes integrarse y conocer a sus futuros compañeros.Novatadas

La penalización de las novatadas solo ha llevado a la ocultación de las mismas y el refuerzo de las actividades negativas, que acaban afectado severamente tanto a los estudiantes como al prestigio y visión de la comunidad universitaria. Así por ejemplo, a este medio se le ha llegado a coartar la libertad de expresión dificultando el acceso a la información o censurando las declaraciones de los estudiantes que han querido mostrar sus opiniones, impidiendo dar sus nombres o que se relacionara a los Colegios Mayores o Residencias con reportajes sobre novatadas.

El silencio informativo solo lleva a crear falsos sucesos o a engrandecer aquellos de negativa  repercusión. Si en cambio se diera voz y luz sobre estas actividades se vería, que en la mayoría de las ocasiones son simples fiestas juveniles, que aunque se pueden ir de las manos, solo buscan mostrar la cara más amable de la vida universitaria.

Un ejemplo de ello es el tradicional “San Lucas”, condenado por la ciudad a la vez que sirve de reclamo turístico. Harina y huevos para los estudiantes de Medicina, una tradición que ensucia las calles pero que sirve para relajar los ánimos de los primerizos que llegan a las aulas, a la vez que los pone en contacto con la comunidad que será más  que su familia en los próximos años que cualquier otro grupo vital. Estas tradiciones ya forman parte del imaginario colectivo de la comunidad universitaria granadina y su desprestigio por parte de la propia Universidad o de los medios solo sirve como ataque al espíritu de los estudiantes. La Universidad está para vivirla, la formación no solo se da en las aulas y son estas actividades las que dan nombre  al paso por la Academia. Con cuidado y respeto estas tradiciones se deben mantener, pues todos fuimos nuevos alguna vez y necesitamos integrarnos y las novatadas, dentro de la lógica de los que ya son adultos para matricularse, son solo una fase más en el inicio del periodo universitario.


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