¿Quién no se ha reído cuando Norcoreano pide las coordenadas de algún evento? A el Dios Tuitero no le faltan seguidores y a los desaparecidos Espeonza Aguírrez y Naniano Rajoy nadie les negaba el voto. Twitter ha servido de campo de cultivo de numerosas cuentas de personajes de cualquier tipo que no ocultaban su falsedad documental. En España la parodia es parte de su ADN. La parodia nacional se ha pasado de la televisión de máxima audiencia al submundo de las redes sociales. La seguridad que da el anonimato ha permitido esta proliferación de cuentas que en algunos casos pasan del humor a la agresión verbal.
Las cuentas fake de Twitter a estudio
Basándose en los planteamientos del análisis del discurso y de la pragmática sociocultural, Mancera ha llevado a cabo un estudio lingüístico de 5.030 tuits en más de medio centenar de perfiles. Todas las cuentas analizadas son de carácter paródico y en los que se usurpa la identidad de un personaje de cierta relevancia social. Los perfiles responden a personajes de la política, los medios de comunicación, el deporte o la realeza.
‘Parodiash’
Esta investigación ha permitido identificar tres macroestrategias utilizadas por los autores de tales cuentas: el desarrollo de actividades de pretendida autoimagen por parte del sujeto parodiado; los ataques a la imagen de los internautas; y la ejecución de actos de amenaza a la imagen de terceros. Con tales estrategias se persigue dañar tanto la imagen social del personaje público como su imagen privada, “quizás más vulnerable, por encontrarse más próxima al ego. Por ejemplo, mediante ataques hacia su orientación sexual y destacando sus defectos físicos, o poniendo en duda su facultades mentales, lo que contribuye a deteriorar su imagen de autonomía”, según la profesora Mancera.
Lejos de los límites de lo políticamente correcto
Mediante un juego de carácter polifónico, se simula que es el propio sujeto cuya identidad se ha suplantado quien toma la palabra para manifestar puntos de vista que transgreden los límites de lo políticamente correcto, o para mostrar una actitud despreciativa hacia los propios seguidores de la cuenta paródica, con lo que se amenaza también su imagen de afiliación.
Además, como ha tratado de demostrar la profesora Mancera, la mayor parte de estos tuits se sirve de recursos lingüísticos de distinto tipo, que les confieren un carácter ofensivo. E incluso en ellos se recurre a la violencia verbal. Sin embargo, la Política de Suplantación de la Identidad de Twitter permite la publicación de dichos mensajes, con la única condición de que se especifique que esta se lleva a cabo desde un perfil paródico. Se han estudiado los perfiles de políticos, deportistas o incluso de miembros de la realeza.
Insultar no es libertad de expresión, ni siquiera en Twitter
La profesora Mancera recuerda la afirmación del periodista italiano Roberto Saviano, quien aseguraba en un artículo de opinión que insultar en las redes sociales no es libertad de expresión, sino una manera de difamar a la que recurren personas que se nutren de la fama de los demás. Algo que, a juicio de la investigadora, “por desgracia, se ha convertido en una estrategia cada día más recurrente. Con ella no solo se persigue deteriorar la imagen de un personaje público amparándose en el anonimato, sino también tratar de incrementar el número de seguidores en Twitter por medio de la ironía y del humor verbal, con textos que, a pesar de su carácter ofensivo, son marcados como favoritos y retuiteados, es decir, reenviados por miles de usuarios, lo que convierte a estos mensajes difamatorios en contenidos virales que alcanzan una considerable difusión”.
Los resultados de este estudio acaban de darse a conocer en RILCE: Revista de Filología Hispánica, publicación de la Universidad de Navarra que cuenta con uno de los mayores índices de impacto en el ámbito filológico. Este trabajo forma parte de una línea de investigación sobre el análisis del discurso mediado por ordenador que la profesora Mancera viene desarrollando desde hace varios años y que hasta el momento se ha concretado en la publicación de las monografías El discurso político en Twitter y El español coloquial en las redes sociales, así como de diversos artículos de investigación realizados en colaboración con Ana Pano Alamán, profesora de la Universidad de Bolonia.