Hoy, martes 14 de febrero, se celebra San Valentín, el Día de los Enamorados. Aprovechando dicha temática, la Universidad de Granada ha explicado cómo reacciona el corazón a un estímulo afectivo, la “taquicardia afectiva“. Y es que científicos del Centro de Investigación Mente, Cerebro y Comportamiento (CIMCYC), concretamente del Laboratorio de Psicofisiología Humana y Salud, han hecho desde 2010 los estudios más completos sobre los mecanismos fisiológicos que provoca el amor en las personas. Para ello, han medido sus efectos, tanto a nivel central o cerebral, como periférico (cardíaco, muscular y de sudoración).
De este modo, dichos trabajos han determinado que, cuando una persona contempla una fotografía de la cara de su amado/a o de algún otro ser querido, se produce lo que los científicos de la Universidad de Granada han denominado “taquicardia afectiva”. Esto se traduce en una disminución de la frecuencia cardíaca inicial, durante unos pocos segundos, para posteriormente acelerarse rápidamente. Cabe destacar que la actividad cerebral es mucho mayor en estos casos que al contemplar fotografías de desconocidos.
Además, ese mismo estímulo aumenta la sudoración o conductividad eléctrica de la piel a partir del primer segundo y medio. En consecuencia, y en mayor medida en las chicas, debido a su mayor facilidad para expresar sus emociones, se produce una activación del músculo cigomático facial, que es el responsable de la sonrisa.
El experimento
“Estas fotos de las caras deben ser neutras, es decir, no deben tener ninguna expresión emocional de alegría o tristeza que pueda interferir en la reacción de los participantes, y se proyectan de manera aleatoria durante 4 segundos durante el experimento que llevamos a cabo”, explican Jaime Vila Castellar y Pedro Guerra Muñoz, investigadores del CIMCYC.
Una vez que tuvieron todos los elementos necesarios, los científicos realizaron el experimento con todos los participantes. Se les colocaron sensores en el rostro, cabeza y manos para su actividad fisiológica central y periférica. Y tras ello, procedieron a mostrarles las fotografías de cinco caras: dos de personas queridas, dos de personas desconocidas y una de un bebé, como grupo control.
Por último, el patrón fisiológico del amor también revela que este sentimiento positivo es un protector del estrés. Pues, al asustarlos mediante un ruido, el sobresalto era mucho menor si tenían delante la fotografía de una persona querida.