Las sociedades son el reflejo de sus sistemas educativos. Durante años se forma y trabaja para la creación de ciudadanos, siendo el paso por las universidades el último escalón para crear conciencia colectiva con el matiz crítico que aportan los estudios universitarios. A mayor formación más herramientas para hacer frente a las complejas situaciones sociales a las que se enfrenta el individuo en su día a día.
Menospreciar los estudios científicos y no reconocer las opiniones de los investigadores e investigadoras con amplias trayectorias y resultados demostrados es igual que atacar a la esencia de la Universidad y del conocimiento. En los últimos meses se ha atacado la existencia de la violencia machista. Al señalar los estudios de género como una falacia solo se demuestra la falta de formación y conocimiento sobre los pilares que conforman la universidad.
Cada año España suma medio centenar de nuevas víctimas, alcanzando la cifra de 1.027 mujeres asesinadas desde 2003, según las estadísticas de la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género. El problema no comenzó a cuantificarse hasta que alguien le dio nombre y referentes de estudio. Las universidades y centros de investigación comenzaron a dar luz sobre esta lacra, mejorando el sistema de prevención y, queremos pensar, controlando el número.
Si estos avances no son reconocidos ¿qué nombre le damos a estos asesinatos? ¿qué futuro les espera a las mujeres agredidas? Se empieza por atacar al mensajero y se acaba por liquidar a toda una sociedad, siempre comenzando por los más débiles y desprotegidos.
Hace 500 años la disputa era por la forma de la Tierra, hoy el debate busca atacar la igualdad entre las personas. Hizo falta sangre y pruebas para evidenciar lo que muchos no quisieron ver, solo deseamos que no hagan falta aún más víctimas de violencia machista para dirigir las respuestas hacia soluciones y no hacia un debate manido y electoralista.