Venimos de la excepcionalidad. De una situación que nos ha colocado al límite, que ha exigido de la sociedad, administraciones, sector privado e instituciones universitarias lo máximo y que nos ha sometido a un nivel de estrés desconocido. Aun así, las universidades públicas andaluzas nos hemos sobrepuesto. Hemos estado a la altura de las circunstancias. Hemos seguido adelante con nuestra misión académica, científica y de transferencia. Hemos gestionado la adversidad, tomando las decisiones desde el consenso.
Un diálogo que ha sido el ‘leit motiv’ de nuestra acción en la Universidad de Cádiz, que, como el resto de andaluzas, no se ha parado ni en los peores momentos de la pandemia y en donde hemos contado siempre con la implicación de directores, decanos, profesorado, PAS y alumnado. Ha sido difícil. Nadie disponía de un guion para manejar esta avalancha de dificultades. El esfuerzo de las comunidades universitarias ha sido extraordinario. Al sobreesfuerzo para reorientar la actividad en mitad de una crisis sanitaria sin precedentes, las universidades públicas andaluzas hemos afrontado unos preocupantes recortes en financiación.
Iniciamos un nuevo curso con más ilusión y determinación que nunca. Atrás quedan los grandes nubarrones y las estadísticas demoledoras de una crisis que nos sigue demandando responsabilidad, prudencia y cautela. No supimos ver su puerta de entrada, pero todos vimos desde el principio dónde estaba la salida: en la ciencia. La comunidad científica internacional ha hecho su parte. Volvemos a la normalidad. No es idéntica a la de antes, pero nos permite retornar a la movilidad y compartir, con todas las prevenciones, aula con nuestros estudiantes, un activo diferencial básico para el conjunto de las universidades presenciales.
La responsabilidad sigue siendo de todos. Cada uno tiene su cuota de compromiso. El PAS, dando continuidad a la eficiente gestión de nuestras administraciones universitarias. El PDI, garantizando la excelencia de nuestra diversa y especializada acción docente, científica y de transferencia. El alumnado, adaptando el proceso de aprendizaje al nuevo contexto. La administración autónoma, competente en esta materia, dotando de certidumbre financiera al sistema con unos presupuestos que nos permitan crecer y ser competitivos. Y la administración central, promoviendo, desde el consenso, una nueva ley universitaria que proporcione solidez a las universidades españolas, aminore las desigualdades entre mujeres y hombres y blinde la autonomía universitaria consagrada en nuestra Constitución.
Por Francisco Piniella Corbacho
Rector de la Universidad de Cádiz