El Brexit está a la vuelta de la esquina. Salvo sorpresas de última hora, el próximo 29 de marzo se hará efectiva la salida del Reino Unido de la Unión Europa, tal y como ha confirmado Theresa May este mes de febrero. Si nada lo impide, la Unión Europea será eminentemente un bloque continental y perderá a uno de sus socios más importantes.
Un acontecimiento histórico que tiene a Europa en vilo
Estamos ante lo que podría ser el episodio final del drama del Brexit y la posibilidad de una salida ordenada del Reino Unido parece una quimera inalcanzable a estas alturas. Ante el temor del peor escenario posible, un Brexit duro, son muchos los sectores que muestran su inquietud, como el económico, el político o el académico.
El mundo de las finanzas se encuentra en la cuerda floja, especialmente en el caso de los índices europeos, con el Dax 30 alemán a la cabeza o el Ibex 35 nacional. Las cotizaciones del Dax y de los demás índices no termina de remontar y amenaza con un desplome generalizado si se materializa finalmente el peor escenario posible. Ver el Ibex 35 o el Dax 30 en tiempo real es todo un suplicio estos días: la volatilidad es constante. El Dax alemán hoy puede estar en caída libre en apenas un mes. Nadie duda de que el divorcio entre Reino Unido y la Unión Europea puede hacerles mucho daño a las economías continentales.
Por su parte, el mundo de la política teme que un Brexit duro sea el clavo en el ataúd que entierre el ambicioso progreso de integración europeo que se vislumbraba con optimismo a comienzos de este milenio. El auge de los populismos nacionalistas y antieuropeos parece justificar en gran medida sus legítimas preocupaciones. Además, es previsible que Reino Unido refuerce sus relaciones atlánticas en detrimento de las europeas. Esta circunstancia debilitaría la influencia política de la Unión Europa en un momento en el que necesita fortaleza.
Este mismo año, Noruega desaconsejaba a sus universitarios hacer su Erasmus en universidades de Reino Unido, ante las dudas que se ciernen sobre su financiación. Este enfoque de prevención está extendiéndose rápidamente entre las autoridades educativas europeas, dado que actualmente no se puede garantizar la viabilidad del programa con las universidades británicas. Las dudas alcanzan incluso a los grados normales fuera del programa, ya que no hay certezas sobre el tipo de burocracia a la que podrían tener que enfrentarse los alumnos en un futuro no muy lejano.
En definitiva, salta a la vista que la ruptura que supone el Brexit trae consecuencias en todos los ámbitos. Además de las previstas, están las imprevistas, que en muchas ocasiones tienen mayor impacto que las primeras. ¿Podrán finalmente las autoridades británicas y de la Unión Europea resolver uno de los conflictos políticos más complejos que se recuerdan en el Viejo Continente? A día de hoy, por desgracia, los hechos no invitan a un excesivo optimismo.