Cuando se habla de internacionalización en las universidades se piensa directamente en becas de intercambio para estudiantes, sin tener en cuenta el amplio campo de investigación y transferencia que supone una correcta política internacional. La Ley orgánica de universidades pone el acento en la necesidad de aportar una perspectiva internacional como valor añadido a las instituciones educativas, siendo esta una forma de evaluar la excelencia de los centros. Una evaluación que se suele limitar a los números de convenios y estudiantes, sin tener en cuenta el verdadero valor que puedan aportar las relaciones entre instituciones de diferentes países.
No se puede limitar la política de expansión de las instituciones académicas al número de estudiantes que se movilizan, pues la internacionalización es mucho más. Internacionalización es investigación y transferencia de conocimientos, compartir las herramientas necesarias para que las comunidades universitarias puedan avanzar y conocer otras formas de estudio, en las que su propia cultura no influya. Acceder a otras perspectivas que fomenten el avance científico, como un progreso global, y no solo de unas pocas instituciones que se puedan permitir los instrumentos para ello.
Se suman las revistas y publicaciones, base de la ciencia actual. Plataforma para los investigadores de renombre que deberían dar prioridad a la cantera de las universidades, quienes necesitan de estas publicaciones para comenzar a hacerse un hueco en el panorama internacional. Los doctorandos y recién doctorados tienen la casi obligación de hacer estancias en el extranjero para que sus estudios se acrediten, lo que hace de los convenios internacionales el principal apoyo para salir de las instituciones y validar los títulos. Se necesitan más convenios de este tipo, convenios que den más importancia a los investigadores principiantes, dándoles alas para conocer otras ideas y que puedan traerlas de nuevo a casa. La utilidad de estos acuerdos pasa por una estrategia que priorice aquellos centros con los que de verdad se puedan aportar novedades a la ciencia. Es bastante usual ver firmas de acuerdos entre centros que acaban en una fotografía sin aportar nada a ninguna institución, más que la pérdida de recursos y tiempo que se podría haber invertido en fortalecer otros vínculos o proyecciones. Es necesario que las instituciones revisen sus estrategias de internacionalización, pues una buena estrategia es la base de cualquier futura acción. Basta ya de fotografías de manos entrelazadas cuyos resultados se quedan en visitas ocasionales. El futuro de la Universidad Pública está en su proyección internacional, uniéndose a otras instituciones que de verdad puedan aportar beneficios y permitan hacer estancias de calidad. No solo de Erasmus vive la Educación Superior, hay que tener en cuenta las múltiples caras que la internacionalización puede ofrecer en pro del conocimiento.