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OpiniónTribuna

La responsabilidad social del estudiante, por José Antonio León

 José Antonio León
 24 octubre, 2013

¿Conoces el propósito de mucha gente, o mejor dicho, sabes a qué está esperando tu vecino? Muy sencillo, a que acabe la crisis. Naturalmente visto de esa manera, tú y yo, también estamos esperando ese momento. En cambio, ¿qué pasará después? También muy sencillo. En cuanto llegue a su fin, comprarán un coche de lujo, volverán a hipotecarse hasta los ojos y pedirán un préstamo para irse de vacaciones… Todo será cosa del ayer, ya no existirán lamentos, ni miedos, y aquí no habrá pasado nada. La lección de la crisis tomará asiento rápidamente en un lugar del olvido. Ríete, sí, pero es la realidad.

Dicen que el ser humano cae dos veces sobre la misma piedra, pero pienso que somos tan obtusos que si la segunda piedra no la encontramos, tranquilos, que allí estamos nosotros para poner en medio del sendero una montaña. Si no cambiamos de mentalidad, el coste de oportunidad de esta recesión, término muy usado por los economistas, no volverá a tenerse en cuenta. Porque no seamos ignorantes, el coste de esta coyuntura que va camino de los seis años y todos los esfuerzos encauzados para superarla, van ligados a un gran paro juvenil, sinónimo de un cajón sin fondo que esperemos que vaya vaciándose y que lamentablemente hoy día se encuentra lleno de estudiantes, titulados y de no tan recién titulados. Así de cruel y así de real. Pero no se alarmen ni se sorprendan porque, la crisis, por muy agónica que parezca, no servirá para nada. Muchos están esperando a que pase para volver a coger el ritmo insostenible de antes.

Tengo la esperanza en que, aunque tengamos que esperar alguna generación, nazca un nuevo hombre, uno que haya aprendido de todo esto, uno que sepa que la sociedad actual está frenando sus sueños, uno que valore que las zapatillas de marca no son imprescindibles y no les hace distinto del resto, más aún cuando económicamente no sean viables y no se pueda. Será un modelo de persona más razonable, en definitiva más con los pies en el suelo.

Por tanto, tú, que eres estudiante, que tienes el conocimiento a un solo clic, que eres el futuro de este país; tú, que sabes lo que es el sacrificio que conlleva unos estudios, no sólo económico, sino moral y personal; tú, que has sido la moneda de cambio para superar esta crisis… sal de la facultad, pero sal con una actitud crítica. Si engañan al culto, a ti que eres nuestra esperanza del mañana, nos engañarán a todos. Hago hincapié en que es importantísimo ser capaces de interiorizar el rol que deben jugar los universitarios. Si sois conscientes, sois nuestro futuro próximo, el reflejo de una sociedad y el espejo de los que vienen detrás.

No toleréis contradicciones tan obvias que parecen insultos y que en ocasiones llegan a ser bofetadas sin contemplaciones. No consientas más la cultura de: vale tanto para ministro como para alto directivo de una empresa internacional o para formar parte del órgano consultivo de un banco. El “todo en uno” no me sirve, eso mejor lo dejamos para los recopilatorios de discos. Cada cosa en su sitio y, en decisiones de responsabilidad ciudadana, no permitas que uno mismo arregle un roto y al mismo tiempo un descocido. Eres consecuente de tus hechos, tu futuro está en tus manos y recuerda que el mío también depende del tuyo.

Concediendo ya la bajada del telón de este artículo, mi humilde intención no es otra que la de desenterrar la importancia del universitario y del estudiante en general, verla aflorar y dar a conocer su protagonismo dentro de la sociedad. Es cierto que este tema puede pasar por desapercibido para muchos de los mortales, de ahí que no sea casualidad las palabras que está leyendo, pues quiero decir que es tal su relevancia que bien puede merecer un desarrollo intenso en algún que otro capítulo más.

Abiertos a debate: el ciudadano con iniciativa es el que promueve los buenos propósitos, las ideas, el que emprende… por eso, sé crítico, que el pasivo ya está muy visto. Valorar al estudiante es querernos.


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